Catorce meses después de que apareciera en el país el nuevo coronavirus, habla por si sola la larga estela de cerca de 900 fallecidos y casi 135 mil infectados.
Es ese el doloroso drama humano, que casi siempre se vive en la intimidad de la familia, cuando se pierde a uno de sus miembros o se teme por la vida del que se enfermó.
Nada mitiga ni el dolor, ni la zozobra. Pero más allá de esa punzante desazón familiar, a nivel macroeconómico hay un daño que es muy difícil de cuantificar con exactitud. Y es que la detención de las actividades económicas como daño colateral de la pandemia es más difusa en el sector privado, donde muchos han cerrado sus negocios e incluso hay trabajadores sin empleo.
Millonarios gastos
En las duras circunstancias económicas que vive el país, el gobierno ha tenido que hacer una millonaria erogación para sostener los servicios de salud y salvar un incuantificable número de vidas.
Solo en la adquisición de los PCR y el funcionamiento de los laboratorios de biología molecular se han gastado unos 300 millones de dólares. Otros 20 mil millones de pesos se han destinado al sostenimiento de los centros de aislamiento y al transporte de los sospechosos. Y todo eso, recuerde, cuando el país tiene los bolsillos más vacíos.
La voluntad política gubernamental es la que ha permitido sacar de donde no hay para preservar la salud, por eso resulta como mínimo una negligencia incumplir las medidas diseñadas para evitar los contagios.
El gobierno invierte en recursos, nosotros tenemos que invertir en responsabilidad.