Las vacunas salen para todos


Con el cráneo del bufón Yorick en la mano, Hamlet se debate entre ser o no ser.

El largo soliloquio del Príncipe de Dinamarca sintetiza el drama cotidiano de tomar alternativas, de discernir entre el bien y el mal. Y es que dudar es un acto puramente humano asociado a la experiencia y al conocimiento.

Por eso es tan importante estar al tanto de lo que sucede a nuestro alrededor, sobre todo ahora que la Humanidad está amenazada por un inesperado y silencioso enemigo.

Saber qué pasa permite asumir conductas acordes a la realidad que nos circunda y que por estos meses está signada por la presencia de la Covid-19, una enfermedad para la que el país desarrolla cinco posibles vacunas.

Vacunarnos será la posibilidad de inmunizarnos para evitar los estragos de una pandemia que no distingue riqueza, color de la piel, edad, o credos políticos o religiosos.

Voluntaria, pero necesaria

Las autoridades han sido claras en el sentido de que la vacunación en Cuba será voluntaria, pero eso no quiere decir que sea innecesaria.

La inmunización masiva, que parece estar a la vuelta de la esquina, reducirá los contagios y por ende conjurará las cifras de fallecidos. Por eso, resulta un sinsentido tener recelos y hasta no querer vacunarse, como ya andan proclamando algunos en diferentes ámbitos.

La vacunación individual contribuirá a la larga a que el país alcance la llamada Inmunidad del rebaño o comunitaria, una condición que debe ayudar a bloquear los contagios.

Dudar ante una decisión como Hamlet, más que un derecho, es un comportamiento natural, pero sería irracional negarse a recibir un fármaco en el que hay tantas esperanzas y que en definitiva, como el Sol cada día, saldrá para todos.

 

 

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