El escenario epidemiológico nacional revela una marcada transmisión del SARS-Cov-2, coligada a infracciones de pautas en su enfrentamiento.
Asimismo, los expertos subrayaron la circulación de nuevas cepas del virus, altamente contagiosas.
Con la acentuada cifra de confirmados activos, casos diarios, de la tasa de incidencia por cada 100 mil habitantes y de los contagiados en edades por debajo de los 20 años, el país debió poner en tensión sus servicios asistenciales.
El Ministerio de Salud Pública orientó atinadamente el incremento de la vigilancia epidemiológica en todo el archipiélago, con especial seguimiento en seis provincias más afectadas.
Como era de esperar, ha sido imprescindible restringir movilidades y paralizar más actividades, salvo las imprescindibles.
Las normativas gubernamentales y sanitarias deben asociarse con una actuación ciudadana con más disciplina y control, sin olvidar el acatamiento de las exigencias de las autoridades.
Ello es impostergable cuando en las tribunas abiertas en los medios de comunicaciones aparecen críticas a la irresponsabilidad de familias que permiten a los niños jugar fuera de sus casas y transitar sin protección.
Imágenes del habanero Paseo del Prado con los bancos copados de parroquianos, adolescentes en patinetas y grupos compactos de conversadores de pie, asombran a quienes se preguntan, con ironía, si la pandemia concluyó en Cuba.
Algunos de los que violan las reglas de distanciamiento físico argumentan que para algo Cuba ya administró más de cinco millones de dosis de candidatos a vacunas anti-Covid.
Es cierto que esta nación caribeña con gran esfuerzo y en medio de acentuadas limitaciones exhibe el mayor ritmo de inmunización diaria en el mundo, en proporción con su población total.
Pero constituye un error atribuirle a ese avance toda la responsabilidad en el decrecimiento de los contagios por la COVID-19 , cuando hace falta, como dicen los expertos, cumplir disposiciones higiénico-sanitarias.
Transgredir los consejos de los entendidos constituye actos de temeridad que el SARS-Cov-2 suele cobrar con la vida.