Las redes sociales, la COVID-19 y la responsabilidad social

No por gusto, los grandes emporios de Estados Unidos que dominan el ciberespacio, despliegan millones de dólares en recursos materiales y reclutan inteligencias para sacarle provecho al uso de la Internet desde sus algoritmos como un arma de conocimiento anticipado, para saber cómo piensa la gente, cuáles son sus intereses, círculos de relaciones, la manera en que se comporta la segmentación de gustos, todo lo cual constituye una esencia para el conocimiento del actuar de los seres humanos.

 Al intentar dominar ese campo se anticipan, para poder concebir estrategias de manipulación colectivas, impulsar campañas electorales, sembrar matrices de opinión en aras de justificar determinados fines. Una especie de poder “real e invisible” que, en el caso de Estados Unidos, es utilizado contra pueblos a los que pretende, por esta vía, socavarles formas de actuar o de pensar e inducirles desde la plataforma virtual y los medios de comunicación en general, a la desaprobación de todo lo que provenga de gobiernos legitimados por las mayorías para, con el decursar del tiempo, todo sea más fácil para responder a sus intereses de intervención y el establecimiento de plataformas neoliberales y perversas.

Si partimos de este presupuesto en un escenario ahora de enfrentamiento a la COVID-19, para nuestro pueblo tiene una gran importancia no subestimar por un segundo que somos uno de los “campos” de prueba de estas políticas donde actualmente está presente la llamada Fuerza de Tarea en Internet con el propósito de subvertir el orden interno en Cuba, y resulta la comunicación mediática acompañamiento indispensable para impulsar ese propósito.

Ahora mismo, circulando por nuestras redes sociales y teniendo  como punta del iceberg a Facebook, se encuentran un sinnúmero de criterios u opiniones,  los más apuntalando una batalla humana como nunca, de extraordinaria ética porque se trata de salvar vidas, de acompañamiento y apoyo porque un grupo no despreciable de compatriotas se “bate”  en  zonas de alto riesgo, teniendo a la solidaridad como estandarte porque la victoria final dependerá del trabajo en “equipo” y debemos halar parejo desde la disciplina y el rigor; los menos en la esquina de la crítica o de quienes buscan  solo ver los nubarrones y no el sol, unos confundidos, otros manipulados, un grupo sin conocer todos los argumentos, pero también los hay mercenarios alineados al Imperio.

Algunos caminan por el filo de la navaja, entre una fina línea donde por un lado le hacen juego a nuestros enemigos, y por el otro no toman partido a favor de los esfuerzos que hace el país en el combate a la COVID-19; otros “bombardean” cada medida o se declaran en desacato o emiten puntos de vista que reducen ideas, conceptos, sin argumentos, y sí con excesos de calificativos que rayan en la falta de respeto, generalizan  e involucran a todos en un mismo saco sin el menor escrúpulo. En otras palabras: lanzan piedras al vecino, sin la más mínima capacidad de involucrarse en las soluciones y participar.

Si esto último se entendiera, lo de contribuir a las soluciones o ser parte de ellas participando disciplinadamente al cumplir las normas sanitarias en el caso de la COVID-19, podríamos afirmar que valió la pena desde un criterio supuestamente revolucionario, unir lejos de dividir.

Si por el contrario, las opiniones insertadas en las redes sociales llevan a hacerles el juego a nuestros enemigos, involucrar tras de sí otras opiniones oportunistas, utilizando incluso medios institucionales o no, entonces es diferente, porque el país necesita hoy echar pa´lante con el ejercicio de la unidad, sin ser todo perfecto, para meterle el pecho a cada problema, entrarle a cada reto o desafío con inteligencia y perseverancia.

El echarle “leña al fuego” desde posiciones supuestamente revolucionarias, en las redes sociales de Internet es hacerle el juego a nuestros enemigos quienes, precisamente, tienen como propósito el divide y vencerás,  cuando  de lo que se trata es de asumir los nuevos desafíos provenientes de  tantos y variados contenidos con una mejor preparación desde donde se deslicen argumentos que puedan convencer para contribuir a orientar e informar objetivamente a las personas y hacerlas pensar, lo cual es muy pertinente en una nación como la nuestra donde existe un elevado nivel de instrucción.

La historia de lucha de larga data contra el mayor Imperio del planeta, nos ha enseñado como dijera el Che que “no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, nada”.

 

 

 

 

 

 

Autor