Más allá de la tecnología

Ahora que se aproxima el reinicio de las actividades docentes en todos los niveles de enseñanza, bien vale reconocer que los sitios web de redes sociales son escenarios en los que los ado­lescentes y jóvenes encuentran una forma de conexión social especialmente atractiva, y que pudiera ser empleada como herramienta para el trabajo educativo.

Los muchachos se buscan y llegan a sustituir la reunión en la calle con los ami­gos y amigas por un encuentro a través de la red de redes.

Pero muchos de los que acceden a estas prácticas pueden correr el riesgo de en­frentarse a conductas de ciberacoso si no asumen un cuidado estricto de la información que manejan.

¿Cómo ayudar a un alumno ciberacosado?

No es nuevo advertir que los escenarios escolares siempre han sido dados a manifestaciones de abuso entre algunos de sus miembros. Entre los alumnos se tejen vínculos de mayor o menor aceptación, atendiendo a patrones culturales que operan en esas primeras edades, cuando se está en pleno proceso formativo.

Pero al generarse un correlato de las relaciones físicas en el mundo virtual a través de las redes, se trasladan entonces al ámbito digital ciertas expresiones de mofa e instigación. Y los modos para que estas tomen forma resultan disímiles, pues la mayoría son escabrosas y hasta sutiles.

De ahí que la comunicación ha de imponerse como el principal recurso para asistir a aquel que está siendo ciberacosado y no se da cuenta, o lo sufre callado.

En tal sentido, maestros y padres deben propiciar un diálogo permanente que diagnostique y oriente.

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