Fidel y sus desvelos por la paz en Colombia

A este conflicto armado-de larga data en América Latina-, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, dedicó sus mayores esfuerzos en aras de lograr la estabilidad en una región considerada la de mayor desigualdad económica, política y social en el mundo, como también lo hizo por la derrota del apartheid en Sudáfrica, la liberación de Angola o la independencia de Namibia y otras naciones.

Con solo 21 años, Fidel se encontraba en Colombia y fue testigo del levantamiento popular en Bogotá tras el asesinato de Jorge  Eliécer Gaitán,  político y revolucionario identificado por sus compatriotas como Capitán, Mártir de multitudes y Tribuno del pueblo.

El 9 de abril de 1948 Gaitán fallece como consecuencia de tres disparos. En medio de la revuelta que la historia conoce El Bogotazo, Fidel encabezó la toma de una guarnición en busca de armas para el pueblo y la espontánea insurrección popular.

Durante dos días trabajó incansablemente por organizar a las masas enardecidas que carecían de horizonte político y dirección. Pasado ese tiempo y con la ayuda de la embajada cubana regresó a su país no sin antes reflexionar sobre lo acontecido.

“De insurrecciones populares de aquellas características, yo no conocía más que las impresiones que en mi imaginación habían dejado los relatos de la toma de la Bastilla y los toques a rebato de los comités revolucionarios de París, llamando al pueblo en los días más gloriosos de la revolución. Pero en Bogotá, en aquel instante, nadie dirigía, recordó años después”, expresó el Comandante en Jefe.

Con esta experiencia vivida en Colombia, y que radicalizó su pensamiento revolucionario y progresista, Fidel siguió al detalle el acontecer en el país suramericano, con la certeza de que podía aportar mucho a la reconciliación de una sociedad dividida por las armas.

Este pasaje de su intensa vida política y revolucionaria, aparece reflejado en el libro La paz en Colombia, de consulta obligada para entender las claves de una parte de la historia contemporánea latinoamericana.

Con gran rigor histórico, a partir de informes y documentos inéditos, Fidel expone las interioridades de las negociaciones entre los diferentes gobiernos de Colombia y la dirección de la Revolución Cubana -con o sin relaciones diplomáticas- para destrabar diálogos de paz, rescatar rehenes y hasta evitar matanzas.

Menciona lo ocurrido en los primeros meses de 1980 cuando el gobierno de Julio César Turbay Ayala planeó asaltar la embajada dominicana, tomada por un comando del Movimiento 19 de Abril (M-19). 

Luego de intensas negociaciones se logra, con la activa participación de Cuba, la libertad de los diplomáticos y la acogida de estos y el comando rebelde en la isla caribeña.

De esta manera, Fidel y la discreta pero eficiente diplomacia cubana salvaron muchas vidas, y hacen un significativo aporte a la solución negociada del conflicto colombiano.

Otro hecho publicado refiere que a mediados de los años 90, y gracias a sus buenos oficios, Fidel logró la liberación del hermano del expresidente César Gaviria, quien permaneció retenido por varias semanas a manos de una organización rebelde.

Gaviria, para ese momento secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) le agradeció personalmente, a lo que Fidel contestó: «No hay nada que agradecer, es un deber mío y de mi país».

Pero, doce años antes la mayor de las Antillas intercedió ante fuerzas insurgentes colombianas para que fuera liberado el hermano del presidente Belisario Betancourt retenido por efectivos del Ejército de Liberación Nacional.

Finalizando la década de los 90, las FARC-EP y el presidente Andrés Pastrana iniciaron diálogos de paz en San Vicente del Caguán, zona de fuerte influencia de la insurgencia.

Fidel estuvo atento y siguió de cerca las pláticas a través de la delegación diplomática cubana. La posición de La Habana fue clara desde el principio: “Si bien nosotros podemos contribuir y ayudar en ambas partes, sugerimos mantener una posición muy prudente y de un perfil discreto, pues mucha gente, incluyendo el propio gobierno colombiano y sus medios de comunicación, nos quieren comprometer en un papel de mediadores o facilitadores, sobredimensionando nuestra influencia sobre la guerrilla”.

En ese contexto, el entonces presidente cubano planteó la posibilidad de que las conversaciones entre las partes se llevaran a cabo en La Habana.

En su obra deja expresa dicha intención, y reseña que Cuba venía esforzándose por encontrar una solución para Colombia en vista de las circunstancias enteramente nuevas que allí se habían creado décadas después del triunfo de la Revolución en la mayor de las Antillas.

“Habíamos ofrecido nuestro territorio como sede para cualquier conversación de paz, con el único requisito de que no participaríamos en las negociaciones ya que el problema debía resolverse exclusivamente entre colombianos sin ningún tipo de presión internacional”, subraya.

De modo, que los esfuerzos de Fidel hoy se hacen realidad con el cierre formal del diálogo entre las FARC-EP  y el gobierno colombianos. Una vez más se reafirma la proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

También el prestigio de Cuba como país garante se reafirma en la arena internacional, toda vez que demuestra la validez de la paz conseguida por vías diplomáticas y negociadas, y con absoluto apego a la democracia, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

Corresponde a los colombianos y a las colombianas darle curso consciente a una oportunidad única e histórica, y tal como lo aseguró el presidente Juan Manuel Santos: “Será la votación más importante de nuestras vidas para dejar atrás este conflicto y dedicar nuestros esfuerzos a construir un país más seguro, un país más tranquilo, más equitativo, mejor educado, para todos nosotros, para nuestros hijos, para nuestros nietos”.

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