Recuerdos del 13 de marzo de 1957 (+Video)

Tanto un hecho, como el otro, estaban debidamente coordinados, con gran precisión.  Por ello, nuestro Comandante en Jefe nunca los separó por su importancia histórica y revolucionaria, y por el ejemplo que sentó, en especial, para nuestra juventud y el estudiantado cubano. Si bien el ataque al Palacio Presidencial era un punto clave en la operación, el llamado de José Antonio Echeverría, a través de la radio, constituía el aspecto político decisivo de aquella operación revolucionaria.

Aquella tarde me hallaba con los audífonos puestos como parte de mi trabajo diario para copiar taquigráficamente  las noticias que brindaba Radio Reloj, lo que realizaba en la emisora Cadena Oriental de Radio, situada en el edificio Odontológico, donde radica hoy la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. 

De manera inusual se escucharon voces ajenas a los locutores, movimientos de sillas, y parte de la alocución al pueblo de Cuba en la voz del máximo dirigente de la FEU, la que fue cortada técnicamente por los operarios. Impactado por lo que había escuchado la copié en mi máquina de escribir y sin la autorización superior la entregué al locutor de guardia que en esos momentos era Antonio Pera, difundiéndose de inmediato. Siempre tuve muy presente que Radio Reloj era una emisora provincial mientras que la Cadena Oriental de Radio tenía alcance  nacional.

Regresé a mi puesto de trabajo sin tener conciencia de lo que podía venir sobre mi persona, aunque me mantenía tenso.  Me coloqué de nuevo los audífonos y aparentemente todo volvía a la tranquilidad.  Por una de las ventanas del noticiero que daba a la calle 23, no cesaba el tránsito de tanques, tanquetas y camiones llenos de soldados, cuyo destino era el Palacio Presidencial.

No habían pasado unos quince minutos cuando la puerta del noticiero se abrió de manera violenta apareciendo, ametralladora en mano, varios agentes del tenebroso Buró de Investigaciones.  Casualidad no, delación sí. No se debe olvidar que la emisora era propiedad de intereses batistianos. De pronto me vi cargado por un sargento quien de inmediato me tiró contra un armario comenzando un festín de golpes por todo mi cuerpo, quien me agarró por la solapa de mi saco de sport, arrastrándome hacia el amplio pasillo.  Mientras los uniformados esperaban por la llegada de uno de los ascensores los golpes no cesaron. La sangre manchaba mi ropa por una gran herida en la cabeza.

Hasta esos momentos la policía no contaba con el rápido movimiento solidario de periodistas, artistas, locutores, y técnicos que laboraban en la emisora pidiendo que no continuaran con los golpes.

Al parecer, la decisión era llevarme a la sala de torturas del Buró de Investigaciones, si es que antes no se producía el asesinato. Sin embargo,  los agentes se vieron casi rodeados por otros empleados de los pisos 13 y 14 del edificio que se sumaron a la defensa de mi vida.

En el piso y sin poderme levantar, hecho un guiñapo humano, a lo cual se sumaba mi delgadez, los guardias rastrillaban sus armas tratando de controlar la situación que se les presentaba. Fue entonces que el sargento jefe miró fijamente a sus acompañantes como queriéndoles decir la decisión que había tomado.  Se acercó a mí, me levantó en peso como un simple juguete y de pronto me vi proyectado contra los gruesos cristales de las ventanas del piso 12, perdiendo el sentido completamente.

Fue entonces que el sargento, en tono amenazante dijo a los presentes:  “Creo que esto es suficiente. La próxima vez no verá la luz del sol”.  Fue entonces que los tres genízaros se dirigieron a uno de los ascensores abandonando el lugar del hecho.   Casi de inmediato algunos de los presentes me llevaron a la Clínica del Estudiante en el Hospital Calixto García.  Allí supe que me habían dado más de 20 puntos en la cabeza, tenía tres costillas fracturadas y las huellas de otros golpes.  Pero en fin, estaba vivo.

Al triunfo de la Revolución se supo el nombre del delator.  Era quien se sentaba a mi  lado en el noticiero. Su fuga del país al triunfo de la Revolución impidió su captura.

El asalto a la emisora Radio Reloj fue un hecho revolucionario de gran audacia y contó con la actitud valiente de los locutores de turno, Floreal Chomon y Héctor de Soto.

Si bien los objetivos trazados no pudieron lograrse aquel 13 de marzo de 1957, en que cayeron combatiendo valiosos compañeros del Directorio Revolucionario, incluyendo su principal dirigente José Antonio Echevarría, las acciones llevadas a cabo ese día contribuyeron a elevar el clima revolucionario frente a la sangrienta dictadura imperante en el país.

Las acciones de Radio Reloj y del Palacio Presidencial respondieron a la firma de la Carta de México entre Fidel Castro y José Antonio Echeverría, a finales de agosto de 1956, donde se precisaron objetivos para combatir el régimen instaurado con el golpe militar del 10 de marzo de 1952.

Cuánta razón tuvo el líder de la FEU cuando escribió en un documento que se considera su testamento político: “Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no, nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en el senda del triunfo”.

Nota del Autor: Sobre lo acontecido aquel 13 de marzo de 1957 en la emisora Cadena Oriental de Radio se puede consultar el libro del autor titulado “Testimonios Revolucionarios. La clandestinidad en la radio y la televisión. La Habana”. Publicado por la Editora Política, año 2016.


Video que explica los acontecimientos del 13 de marzo de 1957. (Las razones de Cuba)

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