Homenaje a la opulencia

Creo que debía ser lo contrario: ¡Salve a los pobres del mundo! ¿Por qué homenajear a los que disfrutan de suntuosa vida con privilegios y lujos inauditos?, por qué beber en copa fina cuando otros lo hacen de agua insalubre en un jarro sucio?, ¿por qué espléndidos salones donde se reúne la sacrosanta realeza mientras que millones de seres no disponen de vivienda digna?,  ¿por qué se convocan ceremonias para enaltecer el poder de los ricos, mientras muchos pasan hambre y  no saben leer ni escribir la palabra “injusticia”?

Claro, hay muchos más por qué; incluso pareciera que hoy es tonto tal pregunta si tenemos en cuenta la situación internacional y el inaudito poder militar y económico de los que creen ser dueños del mundo. Pero asumo con mis preguntas el riesgo de parecer un viejo quijote porque me gusta golpear la maldad.

También, en los años anteriores al triunfo de la revolución cubana muchos decían que Fidel Castro y un puñado de gente humilde eran locos, porque estaban comidos por las ansias de justicia y pretendían derrocar a una de las dictaduras más sangrientas de América Latina apoyada, nada más y nada menos, que por el imperio más poderoso del mundo. ¡Y fue aplastada”!. Y qué decir de la gran guerra patria que exterminó el fascismo.

Hace poco tiempo el Rey Carlos III fue protagonista, en la famosa  Abadía de Westminster, de una ceremonia para recibir, según la tradición antigua, la Corona de San Eduardo, portadora de joyas asombrosas de incalculable valor.  En tal oportunidad  la Congregación, integrada por 2 000 invitados, líderes mundiales, aristócratas y celebridades proclamó “DIOS SALVE AL REY”. Se encontraban presentes personas “distinguidas”, tales como la primera dama de EE.UU. Jill Biden, el presidente francés Emmanuel Macron, el líder canadiense Justin Trudeau y hasta Lionel Richie.

He revisado algunas estadísticas que datan de unos 10 años,  y ya desde entonces el panorama mundial era sobrecogedor. Vea algunos datos: Según la FAO más de 1020 millones de seres son desnutridos críticos; 924 millones sin techo o viviendas precarias; 774 millones de adultos analfabetos; 218 millones de niños trabajan en condiciones de esclavitud o tareas humillantes y peligrosas como soldados, prostitución etc.; 6 millones mueren cada año por falta de alimento; el 20% de la población del mundo consume el 80% de sus recursos; el 80% de los ricos ganan la mitad de todos los ingresos mundiales. Así que es fácil reconocer en los ricos o millonarios los verdaderos causantes de tanta afrenta y desigualdad entre los seres humanos.

Y después, en el colmo del cinismo, hablan de derechos humanos y democracia. Y no solo eso sino también se reúnen para buscar fórmulas que permitan el mantenimiento de tanta injusticia, como una bofetada a la dignidad del ser humano. Pero que no se confíen porque ya muchos ven que las fuerzas más tenebrosas se acercan, cada vez, más al umbral de su destrucción,  para que la humanidad comience a respirar aire puro.

“Cuando los imperios llegan a la cumbre de su prosperidad están al borde del precipicio  que los devora”. José Martí

Autor

  • Silvio José Blanco Hernández

    Silvio José Blanco Hernández. Colaborador del Portal de la Radio Cubana. Destacado y multipremiado periodista, escritor, asesor y analista de información. Es autor de libros como "La radio, técnica, arte y magia", y "Los programas informativos de la radio... Y algo más", entre otras obras y materiales investigativos con importantes aportes metodológicos al medio radial.

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