Pablo, modelo de intelectual revolucionario

En el ámbito de las letras nos sigue impartiendo -mediante sus obras- clases magistrales de lo que podemos llamar «Periodismo Literario» o «Literatura Periodística»; una profesión que fue para él herramienta de combate porque Pablo fue, por encima de todo, un hombre consecuente e íntegro.

Por ello con suficiente razón dijera de él Raúl Roa: «Nada escribió que no fuera expresión militante de su conducta. Nada hizo que no se ajustara indisolublemente a su pensamiento». La dinámica articulación entre pensar, escribir, decir y hacer, convirtieron a Pablo en un maestro para cada nueva generación de intelectuales comprometidos.

Con una prosa limpia, construcciones originales y léxico elegante, en sus obras podemos encontrar pistas para, con los modos y giros contemporáneos, desarrollar un periodismo donde al lenguaje transparente y fresco se añada profundidad y ejercicio del intelecto.

Su coherencia le llevó a entregar su vida en defensa de la República española. Si Pablo hubiese sobrevivido a Majadahonda, con toda certeza habría sido también uno de los asaltantes del Moncada, un expedicionario del Granma o un guerrillero de la Sierra Maestra.

A través de sus escritos nos hace reír y sorprendernos con su elocuencia. Es capaz también de desgarrarnos con sus descripciones sobre el llamado Presidio Modelo de Isla de Pinos, donde estuvo confinado. Fue un maestro de la crónica, capaz de reconstruir en letra de molde acontecimientos de toda índole.

Aquella capacidad que tuvo Pablo a la hora de escribir hace que consideremos su obra dentro de un género pleno en originalidad. Sin dudas, ejerció su labor con un estilo de vanguardia.

Por la calidad de cuanto escribió y su elevado carácter ético deviene lectura imprescindible para conocer una importante etapa de la Historia de Cuba en la lucha por la plena independencia; etapa que culminó 22 años después de su muerte.

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