Algunas estrategias y técnicas de manipulación de la opinión pública utilizadas por el imperialismo

Estrategia de la distracción

Consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las mutaciones decididas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones y de informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse en conocimientos esenciales, en áreas como la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología, la cibernética etc.

Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Es decir, mantener al público ocupado, ocupado y ocupado sin ningún tiempo para pensar.

Crear problemas, después ofrecer soluciones.

Este método es también denominado problema-reacción-solución. Se crea primero un problema, para suscitar una cierta reacción del público, a fin de que éste sea el demandante de medidas que se desea hacer aceptar.

Utilizar el aspecto emocional más que a la reflexión

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para hacer «corto circuito» al análisis racional, y por ende el sentido crítico de las personas. Además, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o insertar ideas, deseos, miedos o temores o inducir comportamientos.

Mantener al público en la ignorancia y la idiotez

Hacer de forma que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre o mediocre posible, de forma que la brecha de la ignorancia que aisla las clases inferiores de las clases sociales superiores sea y permanezca incomprensible para las clases sociales inferiores.

Reemplazar la revuelta por la culpabilidad

Hacer creer al individuo que él solo es responsable de su desgracia, a causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en vez de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autoevalúa y culpabiliza, lo que genera un estado depresivo del cual uno de sus efectos es la inhibición de la acción. Y sin acción no hay revolución. La culpa de que estemos como estamos la tenemos nosotros mismos.

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