«Creo que no hay que avergonzarse», agregó. «Lo grave y bochornoso sería no contar con el valor de profundizar en ellos y analizarlos para extraerle las enseñanzas a cada uno y corregirlos a tiempo.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba resaltó también que hay que estar dispuestos a buscar los problemas defendiendo las ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho: «Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir. Discrepar incluso de lo que digan los jefes cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las rees. No en los pasillos».
Al demostrar la continuidad del proceso de rectificación de errores que ha puesto en práctica la Revolución cubana desde sus inicios, Raúl citó palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro cuando clausuró el III Congreso de los CDR en el año 1986:
«La lucha contra las tendencias negativas y la lucha contra los errores cometidos continuarán indefectiblemente porque tenemos el deber sagrado de perfeccionar todo lo que hacemos. Tenemos el deber sagrado de no estar satisfechos jamás, ni siquiera cuando creamos que estamos haciendo las cosas bien hechas. Mucho menos vamos a estar satisfechos cuando sabemos que no están haciéndose todas las cosas lo bien hecha que tienen que hacerse».
Asimismo, al referirse al tema, señaló: «Me siento en el deber de alertar, una vez más, que no caigamos en el deber de creer, que las decisiones adoptadas en esta Conferencia Nacional y ni tan siquiera los acuerdos de alcance estratégico adoptados en el VII Congreso constituyen la solución mágica a todos nuestros problemas».
Al referirse al control del cumplimiento de las leyes y decisiones adoptadas en todos los ámbitos y niveles del país, el presidente cubano destacó que la experiencia ha demostrado que aquello que no se controla con efectividad se ejecuta superficialmente, o no se cumple.
Se impone, afirmó, trabajar y perseverar con orden, disciplina y exigencia para hacer realidad los lineamientos de la política económica y social, igual que los objetivos apoyados en este, dejar atrás el lastre de la vieja mentalidad y forjar con intencionalidad trasformadora y mucha sensibilidad política la visión hacia el presente y el futuro de la Patria, sin abandonar, ni por un instante, el legado martiano y las doctrinas del marxismo leninismo que constituyen el principal fundamento ideológico de nuestro proceso revolucionario.
Casi al finalizar la intervención Raúl acotó: «el Partido, en primer lugar, deberá exigir a todos la responsabilidad por el cumplimiento de las obligaciones, sin intervenir en la administración, pero sí a llamar la atención». Para asegurar el éxito, insistió, es preciso que «asuma definitivamente la conducción del proceso. Lo cual no significa, en lo más mínimo, que suplantará las funciones que a cada institución le pertenece».