El pueblo inundó las urnas marcando el Sí, para de este modo ratificar una constitución también mambisa, pero a la vez ideada con los principios de los que sucedieron a los primeros patriotas.
Ese día se cumplían 124 años del reinicio de las luchas por la emancipación nacional. El grito de Baire, cuyo líder fue el Héroe Nacional, expresó la rebeldía y las ansias de autodeterminación que de manera diáfana contiene el magno texto.
Toda la historia de Cuba puede leerse en las páginas de las constituciones de nuestro país. Y, sin duda, en la recién refrendada se distingue la continuidad de la Generación del Centenario, que conquistó la verdadera independencia. La ley de leyes está escrita con la pluma del pueblo, el cual reconoce en las manos de los más jóvenes la persistencia de nuestro proyecto social.
Precisamente a los que nacimos con los privilegios de una Patria libre, sin amos ni intervenciones, nos corresponde con mayor fervor velar por el cumplimiento de cada palabra colocada en el articulado. No somos los únicos beneficiarios de este paraguas, mas si no pudimos estar en la Sierra, desembarcar en el Granma o combatir en Girón, sí podemos ganar esta justa: impedir que tan importante documento se vuelva letra muerta.
Que abandonemos nuestra conciencia, que desconozcamos nuestras raíces, pretenden los enemigos de la Revolución. Con esa hipocresía que les caracteriza, alientan a boicotearnos. Pero encontrarán resistencia en los jóvenes que votamos Sí, y somos la gran mayoría.
Los principios de la política exterior cubana expresados en los artículos son una clara muestra de respeto por la Convención de Viena, la cual regula las relaciones diplomáticas en el
mundo, norma quebrantada por Estados Unidos al agredirnos física, política y económicamente, y ahora olvidada cuando de Venezuela se trata.
Los derechos que prescribe la nueva Carta Magna están en consonancia con la Declaración Universal de las Naciones Unidas al respecto, e impactan en la calidad de vida, un anhelo de no pocos países.
En la ley fundamental se define igualmente que no será variable la decisión de perfeccionar el socialismo y consolidar nuestra unidad. Una respuesta oportuna a los que, como Trump, califican este modelo como prehistórico y desean extinguirlo. No bajaremos la guardia, a pesar de «estar curados de espanto», como aseveró Raúl en Santiago el pasado Primero de Enero.
Un proceso electoral transparente también permitió desmentir a quienes desde adentro nos hacen la guerra, los que se han dejado enajenar y han cambiado dignidad por dólar.
A una conquista con tal valía solo resta defenderla. Alcemos nuestros fusiles morales, desafiemos la desidia, al pesimismo y al inmovilismo, para que viva en cada corazón de los cubanos esta Constitución plural que respeta también las minorías.
Sigamos demostrando que somos Cuba, y a partir de este momento seamos, como lo quería Martí, cultores de la dignidad plena del hombre.