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Incompleta sería esta obra si omitiera la labor abnegada de un grupo de anónimas mujeres que desde los más diversos confines del mundo, un día decidieron dejar atrás- algunas por un período, otras definitivamente el terruño en el que nacieron, el tronco familiar y hasta sus vivencias más íntimas, para sumarse a la obra imperfecta, pero profundamente humana de la Revolución Cubana.
Con las siglas de CMCA salió al aire en la Ciudad de La Habana Ondas del Trópico el 5 de junio de 1950. De aquel primer intento sólo ha quedado el tema de Moisés Simons, eminente músico cubano, que cada día lleva el mensaje al pueblo habanero con las notas de El manisero a través de Radio Metropolitana. En 1954 ya Ondas del Trópico había cambiado de dueño, y en ese momento respondía al nombre de Radio Mambí, emisora que se nutrió de muchos artistas y técnicos identificados con la revolución.
La radio no es celosa de su público, como la televisión y la prensa, no la quiere para ella sola. La radio sabe que la gente tiene mil cosas qué hacer y otras mil en qué pensar. Ella está ahí, al lado de quien la llame, siempre disponible, nunca absorbente. Ningún medio de comunicación es más generoso que la radio.
Por estos días conmemoramos el Aniversario 85 del surgimiento de la Radio cubana, y me viene a la memoria un nombre esencial de las letras hispanoamericanas y la Radio en nuestro país: Alejo Carpentier.
Es uno de los galanes más apuestos de nuestra televisión en los años finales de la década de los años cincuenta y los primeros de la década del sesenta del pasado siglo. Recuerdo muchas de las obras que protagoniza, entre ellas, en 1961 y al lado de la gran actriz Rosa Felipe, La Ciudadela, del médico y novelista inglés Archibaldo Cronin. El canal 4 de la televisión transmite en 1964 la novela La tierra herida, con Doris García y Pedro Álvarez en los roles protagónicos. Una gran novela transmite el espacio Grandes novelas del canal 6 en 1968 y para protagonizar a la Sofía y al Víctor Hugues del Siglo de las Luces, de Alejo Carpentier, el director Carlos Piñeiro se apoyó en Margarita Balboa y Pedro Álvarez. Por esos años, disfruto como todo el pueblo con su actuación, al lado de la juvenil Teresita Rúa, personajes protagónicos de La última mujer y el próximo combate, la preciosa obra del autor cubano Manuel Cofiño.
