Deja que cante el Quíquiri
En cubano le llamamos Quíquiri a ese gallo menudo, vivaracho y peleador que adorna nuestros campos con su plumaje y la onomatopeya de su canto que le da nombre. Esta vez quiero referirme a un quíquiri diferente, no por ello menos despabilado y ocurrente, además de talentoso y simpático.


En aquel verano de 1966 disfruté como todo el pueblo aquellas transmisiones que llegaban por las ondas nacionales de Radio Progreso, cuyas emisoras repetidoras repartían por toda la isla la voz amiga e inconfundible de Eddy Martin, que me dejaba ver cada gesto y cada jugada a través de mi amiga la radio. Entonces solo conocía lo que se había publicado sobre el Cerro Pelado y la odisea de nuestra delegación deportiva para trasladarse a San Juan, Puerto Rico, pese a la negación de que arribaran a naves aéreas y marítimas cubanas.