«Nocturno» y «Alegrías de Sobremesa»: Clásicos de la radio

Rafael Suárez Yedra fue el creador de este programa, considerado patrimonio de la radio cubana, que nació en Radio Progreso en los albores de la llamada década prodigiosa para que el sonido musical del mundo inundara el aire cubano.

Asegura Suárez Yedra que «Nocturno» se transmitió por primera vez el 2 de agosto de 1966, a las once de la noche, durante veinticinco minutos, y antes de los seis meses el horario se amplió a cincuenta y ocho. En esta primera etapa el programa se transmitía en vivo, lo cual explica que fueran varios sus conductores, pues normalmente lo hacía quien se encontrara en la guardia de cabina. De esta forma se sucedieron los locutores Jorge Martin, Enrique Sardá y Armando Moreno.

Cuando el programa comenzó a grabarse se le entregó la conducción a Juan Ramón González Ramos, y pocos meses después lo asumió Julio Capote. Fue tanto el éxito de «Nocturno» que a petición del pueblo, el 7 de julio de 1967, inició la transmisión a las ocho y treinta de la noche, con retransmisión a las once. Para 1970 la voz de Pastor Felipe le dio continuidad al espacio.

Recuerda Rafael Suárez Yedra que correspondió a «Nocturno» el honor de ser el primer programa de radio en Cuba que transmitiera un número de Los Beatles «Hey Jude», en diciembre de 1967. Al igual sucedió con el primer rock, al radiarse el Stepin Stone por los Rolling Stones, en un momento de mucha incomprensión de esta música en la radio cubana. Por otra parte el intérprete más popular de «Nocturno», en los finales de la década del sesenta del pasado siglo fue el armenio radicado en Francia Charles Aznavour, con temas como Venecia sin ti.

Ya en el verano de 1971 el director Alberto Fernández dirigió a Pastor Felipe y Aida Isalbe, en la locución, mientras como una curiosidad le pidió a la primera actriz Verónica Lynn prestara su voz para recrear las cartas de Ethel Rosemberg. Recientemente me comentó la propia Aida Isalbe que después de ella, alternaron en «Nocturno» Miriam Mier y Martha Velasco. Pero hubo una voz que dejó una impronta imposible de volatilizar en el recuerdo. Aquel Buenas noches compañeros, que la magia de la radio nos hacía percibir en la voz inolvidable, era, al igual que el sonido musical, la que regalaba cada noche, cuando regresó a «Nocturno», Juan Ramón González Ramos a todas las personas sin edad cuando de amar se trata. En la época de Tatica, como cariñosamente le decíamos, todavía en Cuba no se conocía ni remotamente el lenguaje de género.

Después, y hasta nuestros días, con el mismo tema de siempre, se despide la voz que deja la invitación para que se desee transcurran rápidamente las veinticuatro horas que nos separan del próximo programa, que mantiene los primeros lugares de la audiencia nacional.

Con el inconfundible «De veras que sí», cuando nos desea el feliz sueño se retira cada noche, a las nueve y treinta y desde hace varios años a la una de la madrugada, Julio Alberto Casanova, después de haber susurrado a nuestro oído su poesía, con ese estilo característico que la hace más entrañable, personal, y que logra a la vez acompañar la música que cada día selecciona Emérito Martínez, el director que, junto a él, condujo a «Nocturno» hasta al siglo XXI.

«Alegrías de sobremesa» y Alberto Luberta que aún se encontraba escribiendo el sketch para Tota y Pepe de «Fiesta a las nueve», entre otros programas de la CMQ, cuando se encontró en plena calle 23 con Antonio (Ñico) Hernández, director de Radio Progreso, que por esos días primeros de marzo de 1965 se hallaba buscando a un profesional que escribiera Alegrías de Sobremesa, programa humorístico-musical, que tenía varios guionistas desde su salida al aire en 1963, pero que en esos momentos presentaba muchos problemas de calidad. Aceptó el reto, pero con la condición de cambiarle la estructura y quedar como su escritor fijo. De esta forma, el 15 de abril de 1965, salió al aire «Alegrías de sobremesa» con un nuevo formato y guionista.

Y así durante más de cuarenta años, Alberto Luberta, ha llevado a «Alegrías de sobremesa» a los primeros lugares del rating radial nacional, enucleando a su alrededor al talento de una parte importante de los artistas más destacados del país. De todos ellos actualmente solo queda una fundadora: Martha Velasco, aunque Marta Jiménez Oropesa comenzó a hacer el personaje de Rita cuando el programa llevaba pocos meses en el aire y ha transitado con él durante más de cuarenta años.

Tanto es así que cuando Marta camina por su querida calle 23 y oye que alguien llama a Rita, ella responde: ¡Así de fuerte es la raíz de este personaje! Igual podría hablarse de Estelvina, incorporado por Aurora Basnuevo en 1968.

Pero «Alegrías de sobremesa» fue mucho más. Pensar en él es viajar por los municipios del país, por sus parques, por sus fábricas, escuelas, cooperativas… Pensar en él es incorporarnos a la brigada artística que en 1983 recorrió de Cabinda a Cunene, para que nuestros jóvenes internacionalistas se pusieran en contacto con la patria, cada día a las once y cincuenta de la mañana y siete y cuarenta y cinco de la tarde, cuando el presentador de siempre, Eduardo Rosillo, con su estilo personalísimo, dijera: «Aquí Radio Progreso, presentando Alegrías de Sobremesa». Y entre esos artistas, uno que, a pesar del cáncer fatal que le oprimía la garganta, quiso brindar su granito de arena a la causa. Si, hasta Angola fue Wilfredo Fernández (Alejito), semanas antes de dejar un vacío en la radio y la cultura nacional.

Hasta allí viajaron con Luberta y el director Rafael Suárez Yedra, además, Marta Jiménez Oropesa, Idalberto Delgado, Martha Velasco, Aurora Baznuevo, Maggie Castro y Darío Proenza.

Pensar en «Alegrías de sobremesa», es traer al presente a las queridas voces de aquellos rostros, que quedaron para siempre en el recuerdo, entre ellos Idalberto Delgado, el inolvidable Paco; Agustín Campos; José Antonio Rivero; Carlos Moctezuma; Enrique Arredondo; Eloísa Álvarez Guedes; Erdwin Fernández; Dulce Velasco; Miriam Isabel; Pipo de Armas; Juan Carlos Romero; Antonio (Ñico) Hernández…

Pensar en «Alegrías de sobremesa», es volver la mirada a todas las grandes orquestas, conjuntos musicales y solistas de lo más representativo de la música popular del país, encabezados por la gran orquesta Aragón, que han tenido en el programa un modo de trasladar su arte a través de la radio. Todavía tengo fresca en la memoria la visión de la Aragón, con sus cantantes Pepe Olmos y Felo Bacallao; y a la Original de Manzanillo, con Pachy Naranjo convaleciente de un accidente, pero llenando durante varios días de alegría el verde escenario del campamento de Recuerdo Dos en San Antonio de los Baños.

Si un mérito tiene Alberto Luberta, y son muchos los que acumula, es la capacidad para sobreponerse del duro golpe que en cada momento ha significado la desaparición física de personas tan queridas y necesarias y continuar adelante con el gran reto de llevar «Alegrías de sobremesa» diariamente a la sobremesa del pueblo. Y así, durante más de cuarenta años, este hombre sencillo, surgido del humilde barrio de Pogolotti, que camina por las calles, que participa activamente de los asuntos de la comunidad, día a día ha recogido el sentimiento popular y lo ha revertido en imágenes. En rostros que hablan para hacernos reír, reflexionar y crearnos más placentera la vida, exaltando los valores humanos para dejar siempre la certeza de que la vida es hermosa y vale la pena vivirla, mostrando la riqueza más elevada: la dignidad.

Con merecida justeza, Alberto Luberta hoy recibió el Premio Nacional de Radio en su primera edición, y el Premio Nacional de Humorismo, Por la Obra de Toda la Vida.

 

 

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