Roberto Rodríguez Menéndez: “La radio es mi mejor clase”

Para quién expresa que “nunca se acabará el misterio de lo perdurable” al referirse a los fatídicos que predicen el fin del medio sonoro, “un buen programa de Radio es un buen libro que se lee en ese mágico proceso que nos conecta del oído al cerebro. Y justamente ahí ocurre el aporte mayor a la cultura individual de cada oyente, a la increíble enseñanza que las buenas propuestas radiofónicas siempre dejan. Por ello es tan decisivo hacer una Radio de calidad que la mantenga disponible en este inquietante siglo XXI si revisamos el tema tecnología. La Radio es mi mejor clase”.

Y ciertamente, más allá de las discusiones en cuanto a si podemos hablar o no de radio educativa es la influencia que ejerce el medio sobre las personas y el cómo aplicar sus ventajas en función de su educación. Mucho más, si “la Radio funciona hacia el interior del ser humano, y la complejidad de cada uno de nosotros, no deja otro espacio para escoger” añade el profesor y además prestigioso radialista.

Según cuenta Roberto, a él lo enamoró el medio a través de los efectos de los caballos que escuchaba cada día en los episodios de Los Tres Villalobos. ¿Cómo se entiende eso?- manifiesta. Tal vez la respuesta esté en la riqueza del medio para enamorar, y atrapar al oyente en sus fantasías e historias. Quién duda, que la valentía y la astucia de estos personajes, no fueron asimiladas por algunos de los adolescentes que escuchaban estos episodios.

Tales ideas confirman que no sólo se educa a través de un programa de enseñanza del idioma, de participación, de orientación vocacional entre otros, sino que cualquier espacio que sepa aprovechar las herramientas del medio de manera atrayente y conmovedora puede lograr los objetivos que se proponga, educativos o no.

Roberto calificaría como espacios educativos a “todos los que dejen un mensaje artístico y que se proyecten hacia una dimensión donde los valores que nuestra sociedad necesita consolidar, te hagan sentir algo que algunos realizadores de la Radio cubana olvidan, y que yo resumo en dos palabras: conmover artísticamente”.

Muchas veces, al intentar escribir con alguna finalidad, se corre el riesgo de provocar una reacción involuntaria en los oyentes, que se traduce en apatía o rechazo hacia el programa radial. Tal vez el éxito de las novelas de Roberto, radiquen en que al escribir “asume el placer de la comunicación, algo que, en repetidas ocasiones, el ser humano pierde en su comportamiento social.”

Ante la pregunta de si podemos hablar de radio educativa en Cuba, Roberto manifiesta que “Educar es quizá lo más difícil en nuestras propuestas. A fin de cuenta pudiéramos preguntarnos ¿qué es educar?

Ahora recuerdo el pensamiento de José Martí: Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido; es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente hasta el día que vive; es ponerlo al nivel de su tiempo; es prepararlo para la vida. No hay dudas que nuestro Apóstol nos trazó el camino, sólo basta aplicarlo a la Radio.

“Creo que con la inteligencia y la capacidad creativa de los hacedores de nuestra Radio, con los pies bien puestos sobre la tierra, se podrá alcanzar todo lo que se quiera para bien del oyente que no morirá nunca”.

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