El locutor de Fidel

Atrás quedaba España, los días duros de la guerra, donde luchó en la 11 División, y en el V Cuerpo de Ejército, bajo las órdenes del general Enríque Líster. Sobreviviente de la famosa batalla de El Ebro, Manolo Ortega Romero pudo ser el primer mártir internacionalista avileño, pues nació en la Ciudad de los Portales, el 28 de noviembre de 1921.

Hijo de españoles, durante su infancia residió en el hotel Isla de Cuba, ubicado cerca de la terminal de ferrocarril, en Ciego de Ávila. La crisis económica nacional, que agudizó el machadato y el quebranto del negocio familiar, obligaron a sus padres, con la prole que integraban cinco vástagos, a emigrar a la Península, estableciéndose en Valencia. Allí había nacido la madre. El conflicto bélico cambió, para siempre, su vida.

Continuó caminando por los Pirineos, casi arrastrando los pies, en dirección a Francia para escapar de una muerte segura. Sin embargo, en la nación gala quedo preso en un campo de concentración. La intervención del cónsul cubano evitó lo peor. Y pudo viajar a La Habana en el vapor Orduña.

Comenzaría desde cero. Sin empleo, el apoyo del Partido Comunista le permitió disponer de un techo, mas ganarse el pan en tiempos turbulentos no resultaba fácil.

Trabajó como mozo de limpieza, ayudante en un laboratorio fotográfico y mensajero. Cuando fue contratado en una tienda, con un sueldo mensual de 75.00 pesos, las penurias dejaron de agobiarlo.

La Mil Diez

Pero ser dependiente no era su destino. Sus pininos en el campo de la locución corresponden a 1940, en CMCA, ubicada en Galiano y Neptuno, propiedad de la Juventud Socialista, organización a la que pertenecía Manolo Ortega.

Pero, así lo reconoció, la emisora Mil Diez significó su verdadera escuela. Este medio de comunicación pertenecía a la Unión Revolucionaria Comunista y disponía de un colectivo de gala: los escritores Félix Pita, Marcos Behmaras, Paco Alfonso, la actriz Raquel Revuelta, y el músico Adolfo Guzmán.

Ortega se multiplicó, estimulado por el ambiente creador y de camaradería. Además de locutor, fue narrador deportivo, escritor de guiones humorísticos del programa Radio Locuras, compositor musical de temas cantados por Elena Burke y Marta Justiniani, entre otros intérpretes.

Leía intensamente. Su pasión por un nuevo género musical era tal que lo llamaron Míster Feeling. La emisora, voz de los desposeídos, combatía la corrupción y otros males sociales. Al presidente Ramón Grau San Martín no le tembló la mano para clausurarla en 1948.

Días de incertidumbre para Ortega. Aunque esta vez contaba para abrirse camino con su preparación cultural y unas ganas inmensas de comunicar ideas, trasmitir información. No tardó en aparecer otra posibilidad de realizar sus sueños.

La emisora COCO, de Guido García Inclán, tenía un programa de sátira política: Cuba en llamas. Contratado para leer los comentarios de ese espacio, se desempeñaría, aunque solo por breve tiempo.

Fundador de la televisión

El 18 de diciembre de 1950 el canal Seis (CMQ Televisión) salía al aire de forma experimental. La nueva empresa pertenecía al magnate Goar Mestre.

El rostro apacible y seguro de Ortega, acompañado de aquel timbre de voz envidiable, dejó una grata impresión entre quienes vieron el programa inaugural Tensión en el Canal Seis, cuyo guionista fue Marcos Behmaras.

«Durante sus semanas iniciales en la televisión anunció cigarrillos, televisores y otros productos, hasta que el 5 de enero de 1951 apareció ya como locutor exclusivo de la cerveza Hatuey y conductor del noticiero que patrocinaba esa empresa. Pronto impuso su personalidad. A diferencia de otros locutores, no gesticulaba en exceso ni gritaba, sino que trataba de establecer una comunicación con el televidente y la conseguía. Los que ahora andamos entre los 40 años y la muerte, recordamos aún aquel anuncio que lo hizo tan popular: con la copa de cerveza en la mano afirmaba: ‘Usted que trabaja todos los días, no tiene ya que esperar el fin de semana. Tómese una Hatuey todos los días y tendrá siempre un pedacito de domingo’. Enseguida se bebía la cerveza de un golpe y los que lo veíamos no podíamos dejar de exclamar: ¡Con qué gusto se la bebe! Su carisma, aquel gesto de Ortega, representaba millones de pesos para la compañía», rememora el periodista Ciro Bianchi.

También, aumentaba sus ingresos como locutor en otros programas de la televisión, entre ellos: Cabaret Regalías, Aquí todos hacen de todo, Gran Hotel General Electric (Dramatizado), Quién sabe más, Gran Teatro Lírico Esso, Pantalla sonora, Cita a las diez, y Carnaval de sorpresas.

Otra empresa cervecera, productora de la Cristal, intentó contratar los servicios de Ortega. Le propuso un sueldo mayor. Pero el locutor, leal a su ética profesional, no accedió.

Sabía que perjudicaría su prestigio si anunciaba, de golpe, la bebida rival de la Hatuey. Afianzaron su popularidad los diez años que anunció el ron Bacardí. Cuando triunfó la Revolución ganaba 1 800.00 pesos mensuales. Era el locutor mejor pagado del país.

La patria chica no olvidó sus triunfos. El 22 de noviembre de 1954 el Ayuntamiento lo había declarado Hijo Distinguido de Ciego de Ávila.

Miliciano y machetero

Aunque Manolo Ortega fue un hombre de éxito que se hizo a sí mismo en aquel medio competitivo, nunca abandonó sus ideas socialistas. No olvidó su pasado de combatiente internacionalista ni de joven pobre. De ahí que participara en la lucha clandestina contra Batista y estuviera fichado por el tenebroso Buró Represivo de Actividades Comunistas.

Luego se sumaría al proceso revolucionario, aunque ello le costara renunciar a su contrato para ganar 500.00 pesos como locutor en Televisión Revolución, nuevo nombre del Canal Dos.

En esos tiempos comienza a fungir como moderador del programa donde comparecía, frecuentemente, el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, Doctor Fidel Castro Ruz. El 2 de noviembre de 1961 Manolo Ortega y otro avileño de renombre nacional, Eddy Martin, inauguran el Noticiero Nacional de la Televisión. Durante 25 años se mantendrán en este espacio.

De su militancia activa se le recuerda en la fundación del Batallón 120 de las Milicias Nacionales Revolucionarias, en las zafras del pueblo, como un machetero más, pero, sobre todo, como el presentador de Fidel en los actos políticos, encomienda que continuó hasta después de su jubilación, ocurrida el 31 de julio de 1987.

Lo cierto es que Manolo no pudo acogerse al merecido retiro, después de una vida tan intensa. Era demasiado su compromiso social. Entonces, su voz siguió escuchándose en las frecuencias de Radio Habana Cuba, además, ejerció la docencia para formar nuevos locutores. Falleció el 22 de octubre de 2003, víctima de un infarto.

Poseía entonces la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla Alejo Carpentier, el Premio Nacional de Televisión por la Obra de la Vida, la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, entre otros lauros, este avileño ilustre.

Fuentes:

Elizabet Rodríguez e Idania Trujillo: Manolo Ortega, España y Pablo, en Elizabet Rodríguez y José Antonio Quintana (compiladores); Pablo de la Torriente Brau en voces avileñas, Ediciones La Memoria y Ediciones Ávila, 2009.

Ciro Bianchi Ross: Cara a cara con Manolo Ortega, Cuba Internacional, agosto de 1988, pp. 68-70.

Adalberto Afonso Fernández: Mis investigaciones y algo más, Palibrio, 2011, t. I.

 

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