¿Cuáles son los rasgos principales que debe tener el narrador de este tipo de dramatizados?
Tiene que vivir en constante estudio, superación profesional. Con una gran cultura que le permita improvisar. El resto, forma parte de los elementos indispensables de la locución: la voz, dicción, entonación, fonética, gramática, etc.
¿Qué tonos se prefieren para las radionovelas?
Hay quienes piensan que graves. Pero no necesariamente tiene que ser así. Lo más importante es la forma de decir, entonar, manejar las curvas de intenciones, que es el manejo de las tonalidades de la voz. Realmente, solo basta con saber pronunciar las palabras, porque a cada una de ella le corresponde su tono, en dependencia del texto.
¿Qué lugar ocupa el narrador en la obra?
Es el centro del movimiento del argumento. Lo abarca todo. Conoce cada uno de los personajes. En las novelas policíacas, por ejemplo, trata de despistar. De manera general, contribuye a la formación de la psicología de los personajes.
E incluso, en ocasiones llega a dialogar…
Sí, también conversa con los actores. Es alguien que está en la conciencia de los personajes. A veces, lo ironiza o satiriza. Es como un juez que evalúa la trama y la hila junto con el resto del equipo de realización.
¿Podría definir su estilo personal?
Depende mucho de los escritores que conciben los guiones que me proponen. Tengo un estilo muy propio. En mis narraciones uso mucho el diálogo. También interpreto narradores impersonales, porque tienen que estar tanto en la trama como sentados, divisando cada suceso desde lejos o bien cerca; palpando cada sentimiento, expresión e ideas.
Además de los rasgos fundamentales de la locución, ¿dónde radica el éxito de un narrador de radionovelas?
La vocación lo mueve todo. ¡Se narra con el corazón!