Órbita radial de Yosmany Ventura Pérez

Viene bien un título así al tratarse de un radialista como Yosmany. Este medio es parte de su vida; desde los años en que compartía el tiempo entre los estudios universitarios y escribir libretos. Recuerda la vez que empezó a escribir dramatizados, en especial el humorístico “De Domingo a Domingo”. Preparaba los guiones en una libreta y después los mecanografiaba. Hoy se desempeña, además, como locutor y director de programas. Confiesa que tocante a la realización radial quiere saberlo todo para tener “una visión holística de lo que es un producto radiofónico”. Eso es razón para que sus amigos lo califiquen de hombre-radio.

Lleva dieciséis años como profesional en la Radio; su llegada ahí fue para él un “atrevimiento” del que aún se maravilla. Todo había comenzado mucho antes, cuando tenía ocho años. Radio Guamá transmitía la radio-aventura La Flecha de Cobre, que paralizaba a todo Pinar del Río. Él y su familia formaban parte de aquella radioaudiencia.

Su historia de cómo llegó a la Radio resulta interesante. Al inicio de la plática me habló de sus libretos humorísticos, y me llamó mucho la atención enterarme de su primera vez en este medio. A la pregunta, Yosmany me dijo lo que sigue.

Quise ver cómo se hacía todo lo que escuchaba en mi casa. Aproveché de las Brigadas Técnicas Juveniles una oportunidad que tenía como estudiante bachiller para laborar en mis vacaciones en algún lugar, de manera gratuita. Eso aportaba mucho a mi expediente como estudiante. Aquí comienza la pasión. Cuando entré por primera vez a la emisora, ya en lobby, yo sentía que había un torbellino de nervios dentro de mí. Estar allí significaba mucho. Llegué, me presenté y me dijeron que colaborara en la cocina. Allí, en el horario del almuerzo, pude ver a los que tanto escuchaba, conocerlos y comprobar que no se parecían, en nada, a la imagen mental que yo me hacía de ellos. Visité por primera vez una cabina de radio, algo que me resultó muy satisfactorio, me invitaron a un programa que se transmitía en la etapa estival, “Veraneando”, y “hablé por la radio”. Ahí se fortalecieron todos mis deseos.

Pensé preguntarle por sus primeros paradigmas en la Radio, esos seres que de alguna forma ejercen su influjo para que cristalicen los sueños. No me dio tiempo a preguntárselo.

A la semana de estar allí, me acerqué a un señor, Ramón Esteban Díaz Hernández, que estaba asesorando un guion del programa humorístico “De Domingo a Domingo”. No sé de dónde saqué el valor de decirle que yo me atrevía a hacer un guion como aquel. Me miró y yo pensé: -Ahora me va a decir que me ponga a estudiar, que me supere y luego vaya a verlo. Cuál fue mi sorpresa cuando me dio un libreto mecanografiado y me dijo: -A ver, tráeme un guion, y no puede ser escrito a lapicero, debe ser a máquina.

¿Qué hiciste?

Me fui para mi casa y en la guagua empecé a valorar la magnitud de lo que yo había hecho, en lo que me había metido. ¡Quién me habrá mandado! A ese atrevimiento de mi adolescencia, yo debo todo. Leí el guion varias veces y como yo era oyente del espacio, sabía de qué iba. Comencé a escribir mi “guion” en la libreta de Español y después vino la parte preocupante: ¡de dónde iba a sacar yo una máquina de escribir! Vivía cerca de la otrora Escuela Vocacional de Arte, me llené de valor y la pedí prestada. Todo un fin de semana, incluyendo madrugadas, transcribí 15 cuartillas, lo requerido en el guion, según el tiempo al aire del programa. El lunes, bien temprano, llegué a la emisora y esperé al asesor, le devolví el guion prestado y le entregué el mío. Se sentó a leerlo frente a mí, lo veía muy serio, luego supe que era de los más exigentes y disciplinados de la radio en Pinar del Río.

¿Qué opinó Ramón de tu guión?

Para mi sorpresa comenzó a reír mientras leía, lo que me emocionó mucho. Al final me dijo que en cuanto a dramaturgia estaba bien (aspectos que yo no conocía), pero que había confundido las órdenes del sonidista y efectista. Debía transcribir todo aquello, otra vez, con los cambios sugeridos. Retorné a mi casa y volví a pedir prestada la máquina. En esa ocasión, el jefe de recursos humanos de la Escuela Vocacional de Arte me pidió que le mecanografiara los nombres de los trabajadores para conformar las hojas de nómina de toda la escuela. Hacer todo aquello, más mi guion, me tardó una semana. Al siguiente lunes, volví a llevar el guion y para mi sorpresa, ese día, con 17 años, estaba firmando mi primer contrato de trabajo. ¡Muy emocionante! Luego me invitaron a la grabación del programa (una gran lección). Me asombraba mucho ver cómo aquellos actores que yo escuchaba en mi casa, se acercaban para felicitarme, paraban las grabaciones por la risa. Así comenzó mi breve, pero hermoso y profuso tránsito por la radio.

Imagino tu gratitud hacia el asesor.

Agradezco mucho a Ramón Esteban Díaz Hernández, radialista apasionado, destacado asesor y director de programas. Por algunos años fue subdirector de programación en la emisora Radio Guamá. A él debo mi especialidad como guionista. Un gran maestro.

Cuéntame de tus comienzos como locutor.

Como locutor, los primeros pasos los aprendí de Ana Mary Miló González, en el programa “Toque Joven”, un proyecto escuela al que me integré y del cual albergo muchos recuerdos. Ella fue mi primera maestra, aunque no era locutora. Es una gran directora de programas, mi madre en la radio. De ella adquirí la disciplina y el atrevimiento. En el proceso de formación hay dos nombres: Elina Pelegrí Trujillo y Luis Hidalgo Ramos. Estos locutores me enseñaron mucho en cuanto a técnica radial y televisiva. Los estudios como locutor los cursé en Tele Pinar, pues estuve esperando ocho años en la radio y no llegaba la oportunidad.

¿Qué es para ti lo más difícil en el quehacer radial?

Lo más difícil ha sido asimilar cómo es mejor nivelado, en un proceso de evaluación artística, un radialista que posee una destacada técnica o conocimientos determinados, mas su trabajo no impacta tanto en la atracción de las audiencias. En la actualidad, se pondera más lo anterior, que la preferencia que el artista tenga en la audiencia por otras habilidades comunicativo-afectivas. Por lo general, en el mundo se ponen más recursos y presupuestos en aquellos productos y artistas que más suelen impactar en los receptores porque ellos son los capaces de “vender”. Eso tuve la oportunidad de vivenciarlo cuando participé en la cadena Cope, de España, como parte de una beca universitaria. Para nosotros como radio cubana sería lo ideal mirar estos procederes, porque esos son los artistas que pueden llegar a un público más numeroso con el mensaje ideoestético, educativo, social y revolucionario que se desea. Esto es significativo, sobre todo si se tiene en cuenta la ley de Comunicación Social que Cuba introduce como parte de los nuevos escenarios que vivimos.

¿Qué es lo que más te preocupa de un programa?

Lo que más me preocupa es el impacto que puede tener en la audiencia. Es muy triste hacer un programa de participación y que el teléfono no suene o lo haga dos o tres veces. No he pasado por esa experiencia, pero creo que si algún día la vivo, tendré que revisar qué estoy haciendo mal. La audiencia es lo más importante. Se trata de una premisa que no puede perderse de vista. Para eso estamos haciendo arte. Un programa no debe caer en la desidia. Nada más triste que un producto hecho por artistas cansados y desmotivados. Ese proyecto está condenado al fracaso.

¿Qué otros géneros abordas?

Hasta el momento he hecho casi todos los géneros, excepto narrar. Me gustan mucho los programas informativos y los de participación. La animación me atrae y en los espacios musicales es donde más me he desempeñado.

¿Cómo opinas que deben ser los profesionales de la Radio?

La disciplina debe ser la primera cualidad de un artista. El día que alguien piense que no necesita aprender y escuchar a los demás, hasta ahí llegó como profesional. Un radialista debe sentir pasión por lo que hace, demostrándolo, no solo diciéndolo. En cualquiera de las especialidades, se debe tener mucho respeto para con la audiencia. Nuestros nombres son públicos y el solo hecho de que nos escuchamos y no nos vemos, eso genera que la gente se interese más en conocernos físicamente (ya los oyentes no nos quieren imaginar; nos buscan en las redes sociales). Tenemos que estar preparados para que nos aborden en cualquier escenario, hasta en nuestro hogar. Los oyentes quieren comprobar que en verdad eres esa persona buena y carismática que escuchan por la radio. Demostrar lo contrario sería el peor error.

Unida a tu labor en la Radio, ostentas la condición de académico, impartes clases y tienes una amplia vida social. ¿Puedes abundar en torno a eso?

También me desempeño como docente. No hay dos contextos más parecidos que una cabina y un aula. En mis investigaciones como profesor de Lingüística en la Universidad de Pinar del Río, he abordado la importancia de la radio como agencia socializadora para desarrollar el proceso de educación estética. Sobre este fundamento, defendí mi tesis de doctorado y con solo 32 años la provincia me ha reconocido por ser su Doctor en Ciencias más joven. Esto se lo debo a la disciplina laboral que he adquirido en la radio y a la necesidad de superación constante que todos debemos tener para parecernos a ese público que nos espera. Soy jefe de la sección de audiovisuales y promoción en la sede de la AHS pinareña y pertenezco a la UNEAC desde el último proceso de crecimiento que desarrolló. Además, soy profesor habilitado por el Centro de Estudios de Radio y Televisión para impartir la asignatura Lingüística Aplicada a la Locución en Radio y Televisión. Recientemente resulté nombrado miembro permanente del Consejo Nacional del Movimiento Juvenil Martiano.

Supe que recién participaste en un evento internacional de enorme trascendencia.

Sí, fuí seleccionado para participar en la V Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, oportunidad de socializar los resultados de mis investigaciones y debatir sobre temáticas que transversalizan las agencias socializadoras que contribuyen a la formación del individuo, entre ellas, la Radio

En primer lugar, creo que el cariño de los oyentes, las llamadas para felicitarme o sugerirme cambios. Ese es mi mayor premio;  lo que más deseo es que todo el que ame la radio lo pueda tener y sentir.

Yosmany Ventura Pérez arribará el 20 de junio a la edad de 33 años. Es un profesional con una fructífera hoja de servicios, motivo que le ha hecho merecedor de múltiples reconocimientos. Entre ellos:

  • Primer Lugar en el Festival Provincial de la Radio del 2016 con el cuento “La sombra”, que ha sido trasmitido en Cadena Nacional en España, como parte de la Cadena Cope.
  • Ha competido en el Festival de la Radio Joven Antonio Lloga in memoriam.
  • En 2018, 2019 y 2022 recibió el Reconocimiento como Locutor Popular que entrega la Dirección Provincial de la Radio en Pinar del Río.
  • Reconocimiento de la Dirección Provincial de la Radio a su programa “Al Compás de la Noche” por estar en el cuarto lugar dentro de los diez más escuchados en Radio Guamá.
  • En el 2022 la Dirección Provincial de la Radio le otorgó un Reconocimiento a su programa Somos Música, por ser el más escuchado aquel verano.

Dieciséis años con resultados tan brillantes, infieren que el radialista pinareño Yosmany Ventura Pérez añadirá muchos éxitos más a su trayectoria.

 

Autor

  • Tomás Alfonso Cadalzo Ruiz

    Tomás Alfonso Cadalzo Ruiz (Cienfuegos, 1951). Miembro de la UPEC y de la UNEAC. Periodista, escritor y director de programas de Radio. Autor de varios libros en México y en Cuba, entre ellos, "La Radio, utopía de lo posible". Colaborador del Portal de la Radio Cubana desde su salida al aire. Escribe además para espacios de Radio Progreso, Radio Ciudad del Mar y el periódico "5 de Septiembre".

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