El mérito de Julito (+Audio)

Porque si de algo se precia Julito, como le conocen los espirituanos, es de fidelidad extrema hacia un medio que se prestigia con su voz desde hace unas cuatro décadas. 

El Julito que conozco ha sentado cátedra con su decir y su hacer. Puede ser desde la potencia de su timbre, la limpieza de su dicción o lo enjundioso de su palabra.

Dice y sabe que no hay respeto mayor para el oyente como no sea teñir la voz según los dictados del momento. Pocos como él han hecho de la improvisación un arte, desde el conocimiento y preparación, tono y naturalidad. 

Dicen quienes le conocen desde que entró por las puertas de Radio Sancti Spíritus, que ha sido siempre así hasta hacer de la locución un magisterio, no solo aquí sino en otras regiones radiales del país.

Porque respeta las fronteras de la especialización y también porque se sobra en el oficio, nunca ha querido ser en la radio, otra cosa distinta a la que es: locutor.

Tampoco le ha hecho falta. Con el micrófono, Julito ha conquistado oídos, como los del oyente que le busca a la hora de encontrar un criterio comprometido del que no rehúye, hasta la enamorada confundida que se ha encantado con su voz, mientras no ha tropezado con la desilusión que suele aparecer cuando el velo de la magia auditiva cae cuando se le tiene de cuerpo presente.

Me sucedió a mi misma cuando le vi por primera vez en el pre 28 de diciembre, de Trinidad, en la conducción de aquel mítico programa Hola que despertaba a los estudiantes. Entonces solo no lamenté haber dejado el almuerzo a un lado para ver al galán de mis oídos, cuando aquella voz retumbó y atrajo a todo el auditorio.

El Julito que conozco se presenta sin dobleces, ni engolamientos que no necesita. Solo acomoda los tonos y los timbres si se trata de un espacio  juvenil, narra un juego de béisbol,  dice una noticia  o convoca en medio de una plaza.

De ese timbre regalado a cada espacio dan fe muchos: el Hola que les dije, Selecciones Musicales, Al día, Tocando el fondo… Mas ninguno se parece tanto a él mismo como el que cada mañana invade los hogares del Yayabo. Como lo Oyes es ese pedazo de él hace más de treinta años porque lleva más que su voz, su sello, su alma y pudiéramos decir, su vida.

Desde la pantalla sonora de la revista informativa el Julito que conozco no apela a medias tintas y entrega todo cuanto tiene sin reservas. Detrás del micrófono no es la figura pasiva que espera órdenes aunque lo dicte el ritual de los manuales.  

Es la garantía que todo director busca para colarse en la piel de la gente. De esa gente que le busca para escuchar la opinión que él mismo construye o para estremecerse cuando traduce aquella otra que le toca leer con el peso que dicta cada palabra.

Detrás de esa pantalla sonora informativa, he visto temblarle la voz y atragantarse en medio de una crónica, lo mismo que para presentar ese suceso que conmueve más allá de las letras. Julito le pone alma y sangre a cada texto o cada idea que le fluye en el devenir del discurso espontáneo.

Lo saben quienes ahora gatean por el mundo de la locución e intentan asimilar más que su voz, sus sentencias. Esas aprendidas sin más libros que las propias exigencias de la vida.

Fuera del micrófono es ese cubano que encuentra la manera de ponerle rosas al día con la anécdota de antaño, el dicharacho del momento o la broma de paso,  aunque los nubarrones enturbien tu rutina cotidiana.

A estas alturas, las barbas le recuerdan que rondan ya  los sesenta años. El tiempo le pone a prueba en otra de sus mejores graduaciones: ser padre y guía de familia. Mas su voz no parece enterarse de tanta amenaza.

Y porque la radio le agradece ese timbre que no caduca ni con el peso de los años, le entrega este premio que está más allá de un diploma de mérito: el del oyente que le extraña cuando no está detrás de los micrófonos.   


Protagonista de disímiles acontecimientos que han surcado las distancias a través de las ondas sonoras de la CMGL Radio Sancti Spíritus, para Julito -como lo llaman todos por estos lares-, lo más importante siempre serán los oyentes a quienes considera como parte de su familia.

El periodista Oscar Salabarría Martínez, de Radio Sancti Spíritus, nos propone la siguiente crónica en audio:


 

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