El “berrinche”o “guararey” más sonado de la historia cubana de los últimos 50 años es, posiblemente, el de Pastorita y es, asimismo, la pieza musical más popular internacionalmente del género “changüí”.
Nada más suenan los dos primeros acordes de Van Van haciendo el “cuento” de Pastorita y se va mi memoria, como flotando, a aquellos campamentos loma arriba, cuando “la escuela se iba al campo” a recoger café. Entonces ninguno de mis compañeros (ni yo) sabíamos qué es un changüí, pero igual respondíamos si llamaba “el son”.
Era la voz de Pedrito Calvo (que todavía es para mí la voz antológica de Van Van), rodando loma abajo y arriba, por entre el olor dulzón del café maduro, cantando:
“Pastorita tiene guararey conmigo
Y no sé por qué será.
Yo nunca le he hecho nada.
Ella es mi amiga del alma
Y la quiero con el corazón”.
Las niñas movían las caderas como mismo lo hacen las mejores rumberas de Tropicana y los varones sudábamos testosterona, como es tan común a aquella edad que ya se fue, para nostalgia (y a veces desespero) de los “temba” que ahora somos.
Es verdad que algunas veces cantábamos a los Beatles y que los profesores más intransigentes nos miraran como si estuviéramos poseídos por la “propaganda enemiga”, pero después volvía la eterna Pastorita y se armaba la “guasanga” entre las lomas, porque no importa lo que llegue “de afuera” cuando por las venas corren los genes de Cuba (como era el caso en aquel campamento en la loma, donde estábamos nosotros, los “cueripardos y almiprietos” de los que habló Nicolás Guillén en “La canción del bongó”).
Obviamente que del setenta y pico para acá llovió fuerte en mi pedazo de patria, y a veces llovió poco, por las cíclicas sequías y seguro que también por el cambio climático. A Pastorita la ponen algunas veces en la radio, algunas veces nada más. Y nosotros, los de antes, ya no somos los mismos.
Mis hijos no ponen la grabación de Van Van en sus fiestas, y debe ser porque ellos no estaban viviendo un momento importante de sus vidas mientras Pastorita era un personaje protagónico. Menos mal que para bien, la Historia suele ser testaruda.
Debió ser ayer, creo, cuando Facebook me trajo una foto de Pastorita; mi primera foto de la heroína de mis recogidas de café y con la imagen estaba escrita una afirmación tan contundente que se me estremeció el hígado y los otros órganos adyacentes: Juan Formell no es el autor del himno bailable de mi más profunda juventud. (Leer eso fue como si dos trenes chocaran, o como si me dicen que el equipo de beisbol de La Habana, Industriales, es mejor que las Avispas de Santiago).
Investigué. Y es verdad. (No lo de Industriales y Santiago, que Santiago es mejor aunque no gana un campeonato desde que la rana tenía una cabellera tan hermosa como la de los carteles que anuncian champú).
Vamos a ir paso a pasito…
Primero lo de la popularidad de la pieza (y eso se lo debemos a youtube).
En el video que sigue se ve la primera vez que Van Van interpretó “El guararey de Pastora” en televisión, año 1975.
La alineación de la orquesta de entonces es un lujo: Juan Formell, obvio, pero muy jovencito, Changuito en la batería, José Luis Cortés, (El Tosco), en una de las flautas, César (Pupy) Pedroso en el piano y los cantantes Pedrito Calvo (sin sombrero, porque entonces no lo necesitaba), y Lázaro Moruga.
VAN VAN
En ese mismo año (1975), Ray Barreto versiona el tema en ritmo de salsa y lo graba para el sello Fania, con las voces de Tito Gómez y Rubén Blades.
RAY BARRETO
Después de eso, Pastorita se convirtió en la primera embajadora de la cubanía en casi todo el mundo latino y en parte de otros mundos también.
Me aseguran que Formell nunca dijo ser el autor de la pieza, pero lamentablemente en la Radio Cubana hay muy mala costumbre de no decir siempre los autores de las piezas.
Formell creía que el autor lo era quien se lo había dejado conocer un día cualquiera anterior al año 1969, Pedro Speck, un baracoense que se desempeñaba como corista del Conjunto de Chico Latamblé. (Por cierto, cuando Speck dejó que Formell oyerá lo del guararey, Formell tocaba el contrabajo y el bajo eléctrico en la orquesta del también guantanamero y changuicero Elio Revé y para “La Revé” hizo una versión, que al parecer no gustó mucho.
Y cuando funda Van Van ocurre el milagro, Pastorita se hace tremendamente popular y lo comienzan a interpretar en el extranjero.
Entonces el cielo se encapotó: un guantanamero desconocido para el resto del planeta, Roberto Baute Sagarra, reclamó la autoría del “numerito famoso y rítmico”. Intervino el tribunal provincial de Guantánamo y llamaron a la mismísima Pastora Yuani Sayú, (la mismísima Pastorita del guararey) para que aclarar el asunto.
Ella puso todo en su justo lugar. “Baute, dijo, era un negro alto, muy elegante, que tocaba la guitarra como lo haría Dios, y que con su pico de oro era capaz de seducir a cualquier mujer. Un día ese demonio conoció a mi hija Petronila, que tenía 20 años menos que él, y la enamoró. La niña quedó prendada y no hacía caso ni a que Baute era un hombre casado. Entonces yo le armé la desagradable.
Roberto Baute Sagarra
“Pero el muy desgraciao sabía que nada me gustaba más que bailar, y para congraciarse me sacó el changüí y se lo dio al Conjunto de Chico Latamblé. Pero no lo acepté como yerno. Sin embargo en el amor nunca importa lo que la suegra opine. Mi hija se casó con él y le parió dos vejigos”.
El tribunal devolvió la pieza a su verdadero autor, Roberto Baute Sagarra.
En este video verán a la propia Pastorita, contando mucho más de la historia con aires belicistas en que se convirtió su relación con el yerno y también, claro está, bailando su propio guararey.
(Pastora Yuani Sayú. Nació en Boquerón de Yateras, Guantánamo, en el año 1916. Falleció en 2013).
Entre las más recientes versiones del guararey quiero compartirle dos.
La primera es esta de Ernesto Oliva que realizaron varios músicos durante el periodo de cuarentena y distanciamiento social a que nos obligó la Covid-19.
GUARAREY DE PASTORA DURANTE LA COVID
Y esta otra, grabada por José Alberto (El Canario) y el Septeto Santiaguero en 2018.
EL CANARIO Y EL SEPTETO SANTIAGUERO