Edilberto González Gálvez: un hombre agradecido

«Nací el primero de enero de 1944 en el barrio rural de La Plata, en Mir, actual municipio Calixto García, y como era el mayor de cuatro hermanos, tuve que acompañar a mi padre en las labores del campo. Luego fui trabajador agrícola, dependiente de tienda y por las noches laboraba en un bar. Gracias a la Revolución me hice técnico en máquinas herramientas, en Santiago de Cuba, cuyo oficio ejercí en el Central Senado, allá en Minas, Camagüey, donde fungí como maestro de español de los primeros técnicos soviéticos que introdujeron las combinadas cañeras en Cuba. Más tarde laboré en los talleres de maquinaria del INRA, aquí en Holguín, donde también fui jefe de taller y profesor».

Dicho de manera tan resumida pudiera parecer fácil, pero Edilberto sudó mucho la camisa para vencer esa etapa juvenil de su vida antes de adentrarse en el mundo del Periodismo y formar parte después de toda la vorágine de trabajo de nuestra querida emisora que el primer día de agosto cumplió 80 años de fundada por su propietario y mártir de la Revolución, Manuel Angulo Farrán, un extraordinario holguinero cuyo compromiso era decir con valor lo que otros callaban por temor.

«Aunque nunca dejé de ser el guajiro que nació tierra adentro, tenía gran espíritu de superación. El mismo que me llevó, con 17 años de edad, a integrar el ejército de alfabetizadotes que en 1961 respondió al llamado de Fidel Castro, para declarar a Cuba territorio libre de analfabetismo.

«Respondiendo a una tarea de la juventud comunista, en 1968 comencé a colaborar con varios medios de comunicación. Vencí un curso de corresponsales en Santiago de Cuba y de esa manera pude ocupar una plaza de periodista en el diario Ahora, pasando en 1980 a la Cmko, Radio Angulo, donde atendí importantes sectores y temáticas hasta que me jubilé».

Recuerdo a Edilberto buscando la noticia en diversos sectores, siempre con responsabilidad, sentido crítico y sin faltar jamás a la ética de la profesión, de ahí que aún cuando lleve varios años como jubilado, sigue amando a ese centro octogenario que es, como siempre quiso su propietario, la emisora del pueblo. «Es un centro al que quise mucho, donde crecí como profesional y donde hice muy buenos compañeros», acotó.

Grande de tamaño y de corazón, este genuino cubano, que participó en dos congresos de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), ostenta las Medallas de la Alfabetización, Combatiente Internacionalista y Victoria Cuba-Angola; las Distinciones, Félix Elmuza, de la Upec; Honor y Amistad, de la Anir, y 30 Aniversario de los CDR, entre otros reconocimientos.

Siendo muy joven colaboró en Dos Ríos, de Holguín, con el Movimiento 26 de Julio, como mensajero, guía y escondiendo armas que luego eran enviadas a la Sierra Maestra.

En 1976-78 cumplió misión militar en Angola, como jefe de escuadra de ametralladoras pesadas, periodo en el cual perdió en una emboscada a uno de sus compañeros, el joven tirador Roger Leyva Quintana. En esa misión, en Luena, Moxico, se desempeñó como historiador de su Batallón de combate, jefe de corresponsalía del Regimiento del Este y miembro del Tribunal Militar.

Edilberto González Gálvez y su esposa Yolanda Fernández Martínez
Mientras González Gálvez relata pasajes de su vida y por insistencia mía muestra fotos, condecoraciones y otros reconocimientos, su compañera durante 48 años de matrimonio, Yolanda Fernández Martínez, le acaricia la cabeza. Momento en que mi interlocutor aprovecha para mostrarme algunas de las magníficas obras que de la también reconocida artesana holguinera prepara para las exposiciones dedicadas a Fidel Castro por su 90 cumpleaños y a Calixto García, General de las tres guerras por la independencia de Cuba.

«Los años han pasado y me satisface haber hecho en cada momento lo que me tocó hacer. Todo se lo debo a la revolución que llegó en el momento preciso, cuando yo era un adolescente de 15 años. Supe aprovechar las oportunidades y trabajar duro en cada lugar que estuve, y ¿sabes una cosa?: creo que quien me ha motivado siempre a hacer lo correcto es la imagen de Fidel, ese hombre extraordinario que nos enseñó a pensar, a hacer bien las cosas, a amar y defender al país hasta con los dientes, y a no separarnos jamás del pueblo al que pertenecemos. Por eso y más, no me cansaré jamás de decir: Gracias Fidel».

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