El agradable sabor del periodismo

A dos años de ese primer encuentro, y ahora como reportera, me atreví a cruzar la línea y robarle algunos minutos de su apretada agenda para dialogar acerca de sus inicios en el mundo de las letras y su labor periodística en el periódico La Demajagua, cuando el rotativo se hacía en inmensos aparatos de hierro, traídos de diferentes provincias, que a duras penas fueron puestos en marcha en el año 1977.

Cuenta que comenzó a estudiar con siete años y medio de edad, porque no había escuela en el barrio de El Plátano, en Pilón, municipio costero de esa suroriental provincia.

«Más que ayudar a papá en las labores agrícolas -prosigue-, me gustaba leer, pero no tenía idea de qué era el periodismo. Pensaba ser maestro, luego se fue perfilando mi vocación por la historia, especialidad que no traté de estudiar porque pensaba, tal vez equivocadamente, que era muy lenta la vida de un historiador».

» Un joven brasileño que estudiaba en Cuba fue quien me abrió los ojos hacia el periodismo, porque le comenté que me gustaría estudiar una disciplina de contenido abiertamente político, entonces me llegó la carrera para la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba.

«El 14 de septiembre de 1976 inicié mi vida laboral, siempre vinculada al periodismo, en Radio Bayamo. Salí de vacaciones el primero de octubre de 1977; no obstante, debía estar el día 9 de ese mes en la primera Asamblea provincial del Partido en Granma. Allí un dirigente me dijo: a partir de mañana se va a publicar el periódico y tú vas a ser el jefe de Redacción.

«Resulté el segundo licenciado que se integró al equipo (del naciente diario), después de Pepito (José Fernández Vega), el director, y esa licenciatura me generó más trabajo que otra cosa. Es imposible cuantificar las jornadas de 20 horas, o los días en que el sol nos encontraba «fajados» con alguna dificultad», narra con la satisfacción de que nada, desde entonces, ha sido más importante que cumplir con el trabajo.

Aquella fue -enfatiza- una etapa de aprendizaje sobre la marcha, a golpes y sin apenas tiempo para reflexionar. ¿Heroica? No, normal para los conceptos que animaban a un equipo de reporteros batallador, pero dura, muy dura.

«En la etapa embrionaria de La Demajagua -continúa Corona Jerez-, muchos compañeros iban a prepararse en la Universidad, y el abrumador trabajo periodístico quedaba sobre los hombros de Pepito y los míos. Fueron años de excesiva faena, pues eran ediciones diarias y no semanales como sucedió en la década del 90 (del siglo anterior).

«Recuerdo que en el taller, donde además de la imprenta existía un albergue para los que no éramos de Bayamo, había mucho churre; pero también confirmo que la mala situación material y tecnológica no me preocupaba, lo digo sin alardes ni deseos de aleccionar a nadie: mi propósito era trabajar y lo material era secundario».

En aquel ir y venir, entre olor a tinta y el rechinar de la rotativa, estuvo Martín, como se le conoce en el gremio, hasta 1980.

Más tarde fungió como corresponsal en Granma del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y director provincial de la radio, desde 1996 trabaja en la corresponsalía de la AIN en este oriental territorio, y colabora con Radio Habana Cuba, «ejercicio profesional que me obligó a cumplir estrictas reglas, y me sacaron de las rutinas provincianas».

-¿Cosas que me dejan sabores agradables? -Hacer periodismo en esta provincia, repleta de personas adorables, serias, sinceras y alegres; repletas de historia, y desbordada de patriotismo. Trabajar como periodista en prensa escrita, radial y televisiva, lo cual deja experiencias inolvidables.

Y lo que más le enorgullece, declara sin dudas, es no desvincularse nunca de ese pedazo de la Sierra Maestra que le vio nacer, y donde comenzó a tejer sus sueños.

Autor