Rufo: La radio y las artes plásticas

Por razones de tiempo en la entrevista radial no pude acomodar toda la información que me brindó y que,  juego mágico entre mis dedos que teclean, rescato ahora para los lectores convencido, como estoy, que serán bien recibidas.

Decenas de preguntas le hice y otras tantas respuestas me dio como si estuviéramos jugando a policías y ladrones justamente en la calle Perseverancia, en Centro Habana.

Por aquellos días tocamos, como tema de conversación, el fenómeno masivo de la Radio en Cuba y el mundo entero. Su influencia indudable como medio masivo de ideas, cultura y formación. Recuerdo, incluso, como  afirmaba que escuchar la Radio en horas de la madrugada tenía otro componente básico de la intimidad que ella supone. Aquellas afirmaciones las pudo  confirmar cuando escuchó la entrevista que le hice un día en horas de la tarde y en la madrugada al día siguiente (el programa tenía dos frecuencias).

De la radio como tema inicial fuimos directamente a las Artes Plásticas. ¿Acaso la Radio  pudiera formar parte de ese universo de colores y formas que actúan directamente en el cerebro del ser humano? Ambos llegamos a esa conclusión.

Y las preguntas y las respuestas tomaron otros caminos. Sin tener en cuenta un orden prioritario aquí les va para que usted, lector, participe y las acomode a su gusto.

Rufo…Artes Plásticas: décadas tras el triunfo de la revolución…su hechura..¿Qué tal?.

-Siempre he tratado de encontrar las cosas buenas en todo. Es malo recrearse en el caos. La Artes Visuales en la seudorrepública mantuvieron un afán de riegos estéticos, de aventura artística, de renovación de los signos estéticos que casi se convirtió en una información genética para la plástica de la revolución. Ese desasosiego por la búsqueda de lo que puede ser inquietante estéticamente y también, además, un afán de conciliación entre una modernidad, una universalización de los códigos, y al propio tiempo, una expresión de lo nacional que tú puedes encontrar desde Victor Manuel hasta Lam. Por supuesto que en nuestra plástica hubo contradicciones, momentos poco brillantes, pero eso también es bueno. Y visto a distancia lo es porque todo proceso rico, dialéctico, complejo, tiene que estar sobre negaciones, contradicciones, luchas. Por eso creo que ha sido una evolución coherente de la Plástica través del tiempo hasta el presente. Lo años sesenta fueron esplendorosos en nuestra Plástica. Fue la década de las grandes utopías en el mundo: a todo le ponían nuevo: nuevo cine latinoamericano, nuevo cine alemán, el nuevo cine independiente americano, la nueva ola francesa…y claro, todo respondía a una gran aspiración de cambio.  Para mi lo fundamental fue que la revolución encontró muy pronto las maneras de reflejar o testimoniar la épica y la convulsión de los años que realmente fueron magníficos pero por momentos cruentos, difíciles.

Estamos hablando de un reto…

-Exactamente. Reflejar esta épica era en reto y no la manera complaciente, apologética que había caracterizado al realismo socialista en los países del Este, un reto que supo encontrar y potenciar una ductibilidad y supo acatar obras que estaban reflejando procesos de los  revolucionarios con matices, con críticas.

Estoy pensando en Raúl Martínez.

-Porque él tuvo ese vínculo afectivo y cariñoso con los héroes y mártires de la historia de nuestro país. Él estéticamente lo hizo de una manera que de entrada pudiera considerarse irreverente o insolente pero que simplemente es una desacralización de la estructura, un tanto marmórea, con que se había visto con anterioridad.

-Esto que me señalas demuestra que la revolución fue inteligente a la hora de asumir esas propuestas.

Coincido contigo y  demuestra que supo legitimar una serie de productos artísticos que pudieran haber sido considerados contrarios a la revolución. Y fue justamente eso lo que devino en los paradigmas más significativos del arte revolucionario.

-También hubo engendros.

-Exacto. Para mí fueron conatos de tratar de continuar la línea del muralismo mexicano. Tú sabes que por esos años la zona comercial de Galiano, aquí en el centro de La Habana, se llenó de murales espantosos que fueron una serie de acuerdo entre el realismo socialista y el muralismo mexicano ya a destiempo.

-Aquí habría que considerar cómo la revolución, al volver sobre sus surcos, supo jerarquizar lo verdaderamente revolucionario, no sólo desde el punto de vista ético sino estético.

-Aunque hubo una etapa de adocenamiento retrógrado de nuestra plástica, digamos, de retraimiento de nuestra plástica y del arte cubano en general  en un momento en que sí se incurre en una visión apologética del sistema y los revolucionarios reducen todo a un par de coordenadas estrechas. Ya se sabe que más de una vez se ha responsabilizado al Congreso de Eduación y Cultura de 1971 y a sus conclusiones donde se habla de una excesiva politización del discurso artístico y en las que se pide una relación con la realidad en muchos casos  reductora. Claro, hay que apreciar en esos momentos epocales que entonces se arreciaba la crisis económica en este país y que las definiciones políticas se hacen más perentorias o tienen necesidad de ser esclarecidas y por ello, es lo que creo, son momentos en que se cometen errores a nivel nacional en el arte.. Es una verdad inocultable…también fue el momento del quinquenio gris en la literatura y que la plástica estaba padeciendo una retórica, tanto temática como estilística, bien considerable. Toda época siempre tiene aristas, valores, matices, errores y por ejemplo, por entonces vienen algunos creadores a estudiar a La Habana e integran las Escuelas de Arte e  introducen en la plástica signos de la vida rural renovando los sesenta que fueron muy urbanos. No me parece  ese decenio el más pródigo ni el más renovador  en la plástica cubana. Los ochenta, en cambio, con sus pro y sus contras, fueron mucho más ricos. Esto tuvo que ver con una recuperación económica del país  Fueron años de madurez de la revolución que comprendió que era posible una apertura temática mayor  la aceptación de toda una serie de signos abarcadores y múltiples de los revolucionarios. Estéticamente esos años fueron  muy ricos.  Y a propósito…ahora recuerdo una máxima de Gorki que decía que la estética será la ética del futuro , o sea, esto que tú sabes que se ha dado en llamar el ocaso del arte en el futuro no habrá necesidad de arte y yo creo en esa tesis, como una institución separada o con toda especificidad por cuanto la estetización de la realidad se va a generalizar a tal punto que no habrá necesidad de instituir una forma de la conciencia social especial que sería el arte. Estas son grandes utopías y es  muy lindo pensar siempre en términos de utopías.

Ya para la década del noventa la plástica en Cuba está muy bien. Hay una temática fundamental que es el tratamiento del éxodo y el exilio asunto cardinal en la vida de los cubanos   A ello se suma un rescate de la factualidad, de lo bello. En los noventa hay un regreso  al énfasis en lo pictórico y que tiene que ver en buena medida, no sólo  con la erosión de la mala pintura, de los elementos efímeros y conceptuales de los ochenta sino incluso con los condicionamientos de un mercado de arte. En otras palabras: hay que vender para vivir y eso es humano. Justo es reconocer que el propio discurso estético sea ido complejizando y  encontró en esos años una mayor y tendencia a la alegoría, a la metáfora, al símbolo visual que puede tener casualidades muy diversas.            

-Para refrescar la entrevista, Rufo y hacerla más plástica…:¿Crees en los signos zodiacales, sus angustias, sabidurías y deficiencias?

Yo si creo, también en las cartománticas, en el espiritismo y no creo en nada. A veces pienso que el hombre necesita creer que cree. En todo caso necesita un talismán. Yo soy un Libra típico.

A pocos meses de su definitiva partida sigo recordándolo con aprecio y admiración. Tal vez por ello entrego a los lectores sus reflexiones sobre las Artes Plásticas cubanas de los últimos decenios del siglo XX. 

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