Un hada que sueña despierta

 

Por otra parte desde muy pequeña yo escribía historias en mis libretas, por eso muchas veces me regañaron mis maestras. Sin embargo, recuerdo que en una ocasión una de ellas me comentó: “pónle el cuño que tú en el futuro serás escritora”. Y ya ves…»

¿De no desarrollarte como actriz, escritora o directora, cómo habrías fungido en el plano   profesional?

«No me imagino en otra cosa. Jamás me he visualizado en otra profesión. Me gusta mucho las artes plásticas, la danza y la medicina, pero solo para aprender, como un hobby.»

Tres discos en el mercado y uno de ellos obtuvo “Premio EGREM” (Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales), varios lauros en festivales nacionales de la radio, además de galardones internacionales, sin obviar su papel como miembro de la UNEAC y en la formación de actores, ¿qué reflexiona al rememorar estas satisfacciones?

«Me siento orgullosa, feliz… y no te lo puedo negar, aunque no me creo superior por haber llegado aquí. Nada de eso, pero tener tres discos de cuentos y canciones infantiles en el mercado, y que uno fuera premio por demanda de ventas durante ese año, resulta muy  beneficioso para mí, pues las ventas determinaron. Por lo tanto deviene tesoro para mí.

Aún quedan metas por alcanzar. Quiero preparar más profesionales, actuar en más programas, dirigir proyectos bien difíciles, producir más discos y por supuesto, no defraudar jamás a los que me dieron la posibilidad de formar parte de las filas de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba».

Resulta difícil conversar con usted sin mencionar “Sombrero Azul”.  En  sus primeras entrevistas desde los orígenes del programa infantil en 1999, decía que cuando no tuviera tema por desarrollar, Sombrero Azul dejaría de existir, ¿en aquel momento pensó llegar a los diez años?

«Lo pensé y deseo llegar a muchos años más. Cada día mi imaginación se enriquece con elementos nuevos. Mi fantasía se desborda frente a la máquina de escribir. Es como si un ser invisible me dictara al oído las cosas. A veces me sorprendo de cómo surgen las historias.

Siempre he trabajado con mucho amor. Soy muy exigente conmigo y con el equipo de trabajo. Al trabajar de ese modo imposible la inexistencia de los programas. Respetando nuevas propuestas sin caer en lo repetitivo. Eso opaca los programas. Si un día se me acaban las historias, pues ya no habría Sombrero Azul».

¿Quién es Sombrero Azul y Ernestico en su vida?

«Es parte de mi infancia, de mis metas, de mis sueños realizados y por realizar: un amuleto de la buena suerte para mí. El Espantapájaros pertenece a mis vivos recuerdos, me alimenta la inspiración cada día. Ernestico, lo considero como la niña del pasado. Al presentar este proyecto me dije: “si dirijo y escribo el programa, debo encontrar una actriz que dé aquella niña”. Lamentablemente, esas actrices no abundan, pero por suerte, encontré un excelente actor que le ha dado mucha vida a este personaje. Eso me satisface, pues se crea una gran magia, un binomio perfecto entre el espantapájaros y el niño».

¿Cuánto hay de usted en Sombrero Azul?

«Diría que casi todo».

¿Algún sueño por cumplir?

«Ohhh, muchísimos. Pero lo bueno es que los mantengo presentes. Jamás considero nada imposible».

¿Qué guión le queda por escribir?

«Miles».

¿Ha pensado alguna vez en el día  que tenga que dejar a un lado su vida profesional?

«No, no me gusta pensar en cosas tristes. Soy muy positiva, pienso en cosas buenas, lindas, pero por supuesto, ese día llegará y será cuando ya no tenga vista ni pulso para sentarme a escribir en mi máquina, porque será lo último que deje de hacer, escribir».

¿Hay algo en todos estos años que ha extrañado debido a la dedicación a su carrera artística?

«Nada. A pesar de mi tiempo tan limitado, saco un poco para cada cosa».

¿Crees en los Gnomos, Elfos, Duendes y Hadas?

«Si, están en todas partes. También creo en las musas inspiradoras, en la magia, si no fuera así, creo que ya se me hubieran agotado los temas».

El secreto de su éxito es…

«Luchar, soñar, exigirme, no temerle a los escorpiones presentes en el camino que muchas veces por dañinos se clavan su propio aguijón. Ser amiga, honesta, leal, entregar corazón y alma. Jamás dejaré de valorar el trabajo en equipo. No sobrestimarme y proponerme nuevos retos».

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