Una novela vital y audaz en la W

¿Microsoft Word le habría dado una lista de sinónimos para evitar repeticiones? Elevamos al artista y a su obra a una dimensión casi divina. Con la radionovela En el fondo de mi abismo, que produce la CMHW para el espacio Tu novela inolvidable, Ángel Luis Martínez Rodríguez evade esta y otras convenciones.

En cualquier momento los personajes abandonan la trama para que los actores -intérpretes de sí mismos- opinen sobre la situación narrada. El director interviene para ofrecer alguna orientación o para introducir cambios porque, supuestamente, faltó un miembro del equipo o no hay papel para imprimir libretos.

Aparecen influencias hasta de ciertos estilos cinematográficos: los personajes hablan como si fueran entrevistados para un documental. Todo en aras de establecer una suerte de relación dialógica con la historia principal.

Pudiera considerarse el uso de la metalepsis, que «se define como el traspaso de la frontera entre el nivel diegético del narrador y la diégesis»; o sea, cuando los personajes, seres de ficción, se inmiscuyen en la realidad. El creador se ve a sí mismo en su creación y en los que usan su obra.

El oyente tiene la posibilidad de conocer algunos de los «secretos» que hacen posible la magia de las imágenes sonoras y, en algún que otro capítulo, hasta se le solicita opinión sobre cómo continuar de la trama.

«En el fondo de mi abismo» es una obra con tintes biográficos basada en la vida de la poetisa uruguaya Delmira Agustini, modernista de principios del siglo veinte; amiga de Rubén Darío.

Divorciada al mes y medio de haberse casado con el hacendado Enrique Job Reyes, Delmira se convierte en su amante y este la asesina en 1914 para luego suicidarse. Grandes contradicciones marcan a la autora del Libro blanco, reverenciada por Dulce María Loynaz y Gabriela Mistral, pese a que fue desterrada de este mundo con solo 27 años.

El relato descansa en el mundo sombrío y atormentado de sus poemas, estableciendo así un extraño paralelo entre lo que vivió y lo que escribió en su corta existencia, para intentar ejemplificar su doble personalidad: la de una niña poco menos que ingenua, sometida al rigor de la casi despótica autoridad materna, y cuya vida despojada de experiencias vitales intensas, hasta el momento de su casamiento; y la de la mujer que, en la soledad y en contradicción con su personalidad de todos los días, escribía en afiebrados arrebatos poemas traspasados de candente erotismo. No pocos pasajes de su vida quedaron a expensas de la especulación.

El autor de la producida por el experimentado Grupo Dramático de la CMHW, se sirve de ello para trazar desde la ficción un retrato de Delmira tan revolucionario como ella misma.

Acreedor de importantes premios, Ángel Luis Martínez Rodríguez es uno de los más destacados escritores vinculados a la programación dramática de la radio y la televisión cubanas. Al mismo tiempo, se ha desempeñado como actor de teatro, radio y televisión.

Por su desempeño actoral posee cuatro premios Caricato. Motivado por el quehacer teatral de Pirandelo y los aportes radiales de Joaquín Cuartas (en el capítulo 21 se alude explícitamente a él al presentar la llamada «escena anexa»), sintetiza legados de los maestros para entregar una creación de sello propio.

Cuando el dramatizado radial parece fenecer urgido de referentes, como la protagonista de su novela, Martínez Rodríguez se lanza «al fondo de un abismo» del que emerge un relato audaz y vital. 

Autor