En Cuba: La mascarada del aguacate
La inconsistencia y sinrazón de la más reciente mascarada de la contrarrevolución en Cuba acaba de demostrar, una vez más, el verdadero sentido de un show diseñado desde el exterior, que encaminado a provocar una determinada condena a la isla resultó evidencia de descrédito para sus organizadores, financistas y participantes.
Es imposible, según fuentes autorizadas, que un diabético pueda vivir ocho días sin ingerir alimentos, como es el caso de una de las cabecillas asalariadas de los yanquis, Martha Beatriz Roque, lo que se ratificó en las fundamentadas opiniones de una médica de la familia del área de residencia de la susodicha, quien afirmó que la vitalidad de esa persona no se correspondía con el pretendido régimen de abstinencia alimentaria al que decía haberse sometido.


El proceso de elecciones en los Estados Unidos constituye, sin lugar a dudas, un verdadero show bochornoso, en el que participan múltiples y muy variados elementos, incluidos los grandes medios de comunicación que se montan en el carro de los protagonistas con el “sano propósito de contribuir al fortalecimiento de la democracia”, y, de paso, obtener “pequeñas” sumas de dólares; claro, no hay que pensar mal, no van a prestar sus valiosos servicios de gratis…no le parece?.
Creo no exagerar al manifestar que el imperio yanqui se mantiene por la cooperación imprescindible de sus poderosos medios de comunicación, verdaderos invasores de naciones, que nos llegan, sin pedir permiso, como armas muy mortíferas, constituidas por mensajes propagandísticos dirigidos a desvirtuar, mentir, distorsionar, sin el menor pudor.
Un perro de tres cabezas que guardaba las puertas del infierno, se denomina cancerbero, según la mitología griega. Y el egoísmo, -palabra maldita causante de los grandes males de la humanidad- es el infierno. Faltaría entonces un símil imprescindible: el mundo rico, presidido por los Estados Unidos es el infierno; y sus medios de comunicación el cancerbero, siempre atento y obediente a cumplir, con el mayor rigor, las órdenes del amo. Se trata del mismo mundo que habla hasta el cansancio de la democracia y los derechos humanos, según su versión libre basada en la metralla y los drones contra pueblos que no quieren someterse a sus órdenes.