Guerra Mediática: El maridaje perfecto

Esa invasión está basada en una concepción sui géneris de la libertad de prensa, cuyo basamento principal es salvaguardar a toda costa su pérfida hegemonía, no importa cómo y a qué precio; lo importante siempre será imponer el sacrosanto sistema imperial, y, para lograrlo, sus mensajes –unas veces muy inteligentes y subliminales y otras hasta ridículos y desfachatados-llevan siempre el ropaje del cinismo y la hipocresía.

Una táctica muy utilizada de esta verdadera guerra mediática, es acuñar determinadas frases y palabras para «implantarlas» en la mente de los perceptores de sus mensajes radiofónicos, televisivos, revistas o cualquier otro medio, de tal modo que no haya cabida para ideas que contradigan sus objetivos; es decir, se trata de un verdadero diluvio de mentiras que pugnan permanentemente por convertirse en verdades.

Veamos unos pocos ejemplos: régimen castrista (la palabra régimen, por asociación, se vincula, en muchos casos, a regímenes oprobiosos como los de Fulgencio Batista, Augusto Pinochet, cuando se dice «régimen batistiano», régimen de Pinochet etc.); «mi hermano, mi hermana»(se pretende conferirle a la palabra hermano su verdadero sentido de confraternidad y buenos sentimientos, a reales enemigos de la patria); «patriota» (sustituyendo a apátrida); «disidente» (sustituyendo a contrarrevolucionario) ; «palizas brutales» (para dar idea de salvajismo); auto agresiones y suicidios (a los llamados disidentes no les queda otro alternativa que atentar contra su vida, porque es mucho el sufrimiento).

Los anteriores ejemplos son sólo un pálido reflejo; otras dos variantes pueden añadirse: fuerzas combinadas de la policía política, la policía nacional, brigadas de respuesta rápida, oficiales de la Seguridad, los Comites de Defensa de la Revolución, niños de escuelas…(obviamente, se trata de describir una situación de extremo abuso de poder, que además, les sirve para buscar protagonismo, ya que ellos, en su «lucha por la democracia y los derechos humanos» deben soportar tales atropellos como «verdaderos patriotas».

En esta variante se ha especializado ese engendro de medio de comunicación que mal se llama Radio Martí. Viene a mi mente la imagen transmitida por nuestra televisión de Marta Beatriz Roque Cabello, en comunicación con esa emisora, informando que estaba rodeada por fuerzas represivas que en realidad no existían. ¡Que vergüenza, que ridículo! Una segunda variante es cuando afirman que «responsabilizamos al gobierno de los Castro comunistas de lo que pueda suceder, y lo denunciamos ante la opinión pública nacional e internacional» (sugiere un tremendismo tal que no les queda otra alternativa que hacer público «el atropello de los comunistas».

No tenemos derecho a descansar, hay que continuar con la denuncia a estos mercenarios de la información. Antes, cuando ni siquiera se pensaba en la existencia de los actuales y poderosos medios de comunicación, ya el imperio naciente filmaba películas de cowboy en las que el indio marginado era el malvado, y el blanco conquistador el bueno. Y ¡Oh sorpresa!, éste último llegaba a conquistar la simpatía de los muchachos, entre los cuales me encontraba; eran valientes, de gran talante, ojos azules y pelo rubio, mataban a muchos indios y uno casi sentía agradecimiento. El indio era malvado, capaz de atrocidades, aspecto rudo, pelo negro y lacio, piel cobriza, y producía la sensación de desprecio.

Volveré a la carga. Hay que llegar a las entrañas del monstruo.

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