José Manuel Carballido Rey, una figura venerable de nuestra radio y televisión
«Parto de la realidad, y de vivencias para escribir mis narraciones, pero la ficción está dentro del quehacer artístico. Me parece que es un fenómeno común en todo escritor. Yo considero que todo creador tiene un compromiso con el pueblo para el cual escribe. No comulgo con la supuesta neutralidad de la cultura y el arte. Para mí, el arte es un arma para la defensa de los intereses y aspiraciones de las masas».


Mucho antes de recibir el máximo galardón que significa el PREMIO NACIONAL DE RADIO POR LA OBRA DE LA VIDA, ya le había pedido que me contara su vida para que formara parte de la memoria del quehacer artístico y profesional de la Radio de Cuba.
Es 2 de mayo de 1938. La corte suprema del arte, el afamado programa radial de la CMQ de Monte y Prado, está en la cumbre de la popularidad. Noche a noche, desfilan numerosos aspirantes ante el micrófono que puede consagrarlos rápidamente, siempre bajo la amenaza constante del campanazo reprobatorio. Y esa noche, una muchachita tímida y bella, estudiante de bachillerato del Instituto de la Habana llega a recitar. Su nombre: Julia Guerra Fernández