Aquí se libra una guerra semiótica (también)(+Video)
Todas las ofensivas que prepara contra Cuba el imperio yanqui, disfrazado de «hombres y mujeres libres», son emboscadas de provocaciones infectadas con golpismo rancio y prédicas criminales.
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De la Prensa Cubana
Todas las ofensivas que prepara contra Cuba el imperio yanqui, disfrazado de «hombres y mujeres libres», son emboscadas de provocaciones infectadas con golpismo rancio y prédicas criminales.
Las guerras no son lechos de rosas, sean cuales sean: las de plomo o las de tinta. El peor de sus saldos son las víctimas, que terminan sangrando o muertas, en las primeras, y rotas por dentro en las segundas. Hoy arremeten contra Cuba, como antes ocurrió en muchas latitudes, donde la receta de plomo y pólvora terminó por ser la terrible sombra para pueblos que nunca más han sido los mismos.
«(…) cuando se tiene los ojos fijos en lo alto, ni zarzas ni guijarros distraen al viajero de su camino; los ideales enérgicos y consagraciones fervientes no se merman en un ánimo sincero por las contrariedades de la vida.» José Martí
Hemos vivido la más espantosa de las epidemias que recordemos los cubanos de la última centuria; con su carga de dolor, miedos, estrés, distanciamientos, muertes.
No imagino a Cuba en otro lugar, como no sea «atravesada» en el mar Caribe, a la entrada del Golfo de México, casi al lado de Estados Unidos, ese poderoso que con derroche de desprecio obliga a la pequeña Isla a crecer en el castigo, por el solo hecho de escoger el camino de la soberanía; por construir una democracia a la cubana en las narices del prepotente.
En uno de los capítulos de la serie audiovisual Glorias del periodismo cubano, Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, evoca momentos de su vida profesional. Hoy, que hemos conocido de su partida física y publicamos nuevamente un fragmento de esta entrevista, aun inédita en su totalidad, en la que Marta narra las singulares circunstancias en que se inició su carrera profesional. Esta historia, no por contada en disimiles formas y contextos deja de ser interesante. En ella se conjugan la casualidad, el instinto periodístico y la entereza de su protagonista.