Cuba de pie, nunca de rodillas

No la imagino de rodillas al lado de quien intenta mancillarla, con agresiones, ataques a sus embajadas, invasiones, intentos de asesinato a sus líderes, calumnias de todo tipo…, todo proveniente del país que pretende dar lecciones al mundo sin cumplir ni una sola de ellas; sempiterno predicador de derechos humanos mientras los viola impunemente.

Cuba ha tenido que soportar, desde la quema de cañaverales hasta la interrupción de los envíos de medicinas, como parte del genocidio más brutal y extenso que se haya cometido contra cualquier país.

Sesenta y dos años es tiempo suficiente para declarar frustrada cualquier pretensión sin éxito; pero para la voracidad imperial pareciera no serlo. Al contrario, todo indica que tanto tiempo en ayuno ha incrementado el hambre y el deseo de devorar la Isla.

Sin embargo, ¿cómo es posible que un país del tercer mundo, bloqueado por tan largo periodo, pueda no solo resistir, sino hacerlo con logros demostrables?

La explicación está en la tremenda energía creadora que desató Cuba con el proceso renovador y de desarrollo que significa la Revolución, una revolución humanista que convirtió la colonia en patria.

No obstante la tremenda saña del vecino, resulta increíble que Cuba, en su derroche de humanidad, haya sido, por ejemplo, el primer país que ofreció su ayuda al propio Estados Unidos para enfrentar los estragos del huracán Katrina, en 2005. Le propuso el envío de una brigada médica, abrió sus aeropuertos para que las aeronaves aterrizaran en la Isla, en el contexto de los ataques terroristas que sufrió en 2001, y ha colaborado con aquella nación en materia de antiterrorismo y contra el tráfico de drogas. Incluso, Cuba recibió a ciudadanos estadounidenses en la Escuela Latinoamericana de Medicina.

La Mayor de las Antillas jamás ha hecho daño alguno a ee. uu. Solo ha tenido gestos de buena voluntad, sin poner sobre la mesa de negociaciones la soberanía, la autodeterminación y la independencia. Lo dijo Díaz-Canel: «Las diferencias no las pusimos nosotros. Esto es una relación totalmente unilateral. Quien aplicó las medidas contra Cuba fue el Gobierno de EE. UU. Nosotros no aplicamos ninguna medida contra aquel país».

Cada año el mundo se expresa contundente contra el brutal bloqueo económico, comercial y financiero. Sin embargo, después de tantas votaciones en el concierto de naciones, ¿cuántas nuevas agresiones y calumnias se han gestado desde el vecino? ¿Cuántos bancos multados por hacer uso del legítimo derecho de comerciar con Cuba?

¿Cuánto más durará la decisión de prohibir a los cruceros estadounidenses tocar puertos cubanos, o que llegue la medicina que necesite cualquier enfermo de cáncer en Cuba? ¿Cuándo dejarán de ofrecer millones de dólares para la subversión? ¿Cuánto más?

No ha de cejarse en la fuerza de la denuncia pública contra el bloqueo. Hay muchísimas razones y valores en esta Revolución, cuya resistencia es, por sí sola, un gran escudo de autoridad moral.

A pesar de los pesares –parafraseando al poeta–, esta Isla sufrida, pero porfiadamente alegre, ha generado una de las sociedades más justas de Latinoamérica y del mundo.

Con tal bandera, todo cubano digno, esté donde esté, debe reconocerse en el clamor mundial contra quienes nos asfixian. Su voz acusadora debe escucharse, aupado por la conciencia y movilizado por la memoria de tanto daño que no es posible olvidar.

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