Mario Rodríguez Alemán era un crítico cinematográfico con aire bonachón y gran sapiencia. Todos los domingos después de almuerzo, mi familia se sentaba a ver la presentación de la película que magistralmente nos hacía ese tan comunicativo especialista. Era la época en que el cine se movía en ruedas y de manera estable a las montañas y pueblos alejados, y las filas en la capital para ver el último estreno eran largas y animadas.
Todo eso me venía a la mente durante el fructífero debate del que fui partícipe en la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), convocado por la Comisión Cultura y Medios nacida a partir del último Congreso de la organización para dar seguimiento a los acuerdos allí alcanzados. El Taller sobre el Programa para el Fomento de la Cultura Audiovisual, contó con la presencia de Abel Prieto, Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y de Miguel Barnet, Presidente de la UNEAC.