La felicidad NO admite corsés
Rosa se llamaba igual que su madre, igual que su abuela, igual. Se ha perdido el hilo en el inicio de los tiempos, más a esta Rosa le gustan las espinas. Resulta un amor casi paradójico, pero fiel. Su pasión son los cactus. Roza las espinas con la yema de sus dedos… será que anda preparándose para las punzadas de la vida.


“México es un continente”, me dijeron durante mi primera estancia en la tierra de Juárez y Sor Juana. La frase hace referencia a la riqueza de la cultura y la geografía mexicanas, el país de mayor población hispana del orbe y el decimotercero por su extensión territorial, con cerca de dos millones de kilómetros cuadrados.
Cada día es un acontecer para la radio. Los espacios informativos esperan las diferentes formas de aprehensión de la realidad que son los géneros periodísticos. El concepto de actualidad se ha ido resemantizando y cada vez resulta más perentorio, más volátil.
No fui de los que corrió por los pasillos de la radio, ni de los que soñó hablar frente a un micrófono. La radio llegó a mí por el oído, por donde entra la fe. Los seres de la radio colmaron muchas horas de mi niñez y siguieron conmigo.