Enero y su Caravana de la Libertad

Cuántos recuerdos nos traen aquellos días inolvidables del triunfo de la Revolución. La victoria, aunque esperada, sorprendió a todos. Luego de 25 meses de una guerra que puso punto final a una dominación colonial y neocolonial de siglos, el pueblo cubano alcanzaba finalmente su definitiva independencia. El 2 de enero la Caravana de la Libertad salió de Santiago de Cuba, tal como había anunciado un día antes Fidel desde los balcones del Ayuntamiento de esa ciudad. Bayamo, Holguín, Victoria de las Tunas, Camagüey, Sancti Spíritus, Santa Clara, Cienfuegos, Matanzas… En imborrable trayecto las columnas rebeldes fueron avanzando, atravesando ciudades y pueblos en medio de una marea enardecida y jubilosa de pueblo que repetía una y otra vez: ¡Fidel, Fidel! Apoteosis en La Habana Alrededor de las 2 y media de la tarde del jueves 8 de enero de 1959, Fidel y su ejército de héroes arribaron a La Habana. Una Habana vestida de verde olivo y rojinegro que los esperó durante horas y que se volcó en sus calles, avenidas y accesos en desborde de júbilo popular. Todos querían ver al Fidel del Moncada, el Granma y la Sierra. Todos querían llevar en sus pupilas la visión del hombre convertido en leyenda. Su nombre ya estaba de boca en boca cuando la Caravana de la Libertad del Ejército Rebelde hizo su entrada triunfal en la capital cubana. Igualmente aclamado era Camilo, la figura legendaria del héroe de Yaguajay. Lo llamaban por su nombre y buscaban darle la mano, un beso o un papel con alguna encomienda. Aquello era la apoteosis. En Columbia, la voz del héroe La concentración en Columbia resultó impresionante, tras la entrada de la Caravana en el otrora bastión del tirano, se escuchó la voz del líder. Clara y premonitoria. Allí Fidel pronunciaría uno de sus más medulares discursos. …

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Es la cubana una Revolución de esencias humanas

Cuando aquel 1ro. de enero de 1959 triunfó la Revolución Cubana frente a todo pronóstico y presión de las fuerzas del tirano Fulgencio Batista, apoyadas por Estados Unidos, nuestra nación se convirtió en la mismísima encarnación de la utopía, de la alternativa posible por un mundo mejor. A partir de entonces este pequeño archipiélago sería un ejemplo global de resistencia y, tras la caída de la Unión Soviética y del campo socialista europeo, en la muestra irrefutable del poder y el valor de la dignidad. La Revolución que triunfó hace 64 años abrió el cauce de la democracia popular para América Latina frente al dominio estadounidense y volvió al pueblo cubano protagonista de luchas y sacrificios constantes en nombre de la libertad, la independencia y de ese viejo anhelo martiano que soñaba una República cuya ley primera fuese el culto a la dignidad plena del hombre. En 1959 el deseo del autor de La Edad de Oro empezó a hacerse realidad, como parte de un proceso de los humildes, por los humildes y para los humildes que condujo al país a ser, además, unos años después, la primera nación latinoamericana socialista. El destacado intelectual Fernando Martínez Heredia, al reflexionar sobre el tema, resaltó precisamente como principal y más valiosa dimensión de la Revolución, su esencia humanista, y dentro de ese principio, su internacionalismo, «rasgo primordial que también es distintivo del socialismo cubano, y que tanto nos ha desarrollado y salvado de mezquindades y retrocesos». La caída del campo socialista denostó la promesa de un mundo alternativo, pero Cuba no encajaba en aquellas fórmulas y se irguió hereje al aspirar a otro tipo de civilización más allá del capitalismo, fiel a aquella peligrosa locura, que según el escritor y periodista Eduardo Galeano tiene como principal sustento «creer que los seres humanos …

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Cuba en 2023: resistir, crear y vencer

Para aquilatar la grandeza de una nación, habrá que ir siempre a las esencias de su pueblo e historia. En esa certeza se afianza la épica escrita en la Mayor de las Antillas durante el año 2022; un calendario en el que la capacidad de resistencia de los cubanos y su descomunal voluntad para reinventarse ante cada nuevo reto enraizó en la estirpe del archipiélago de verde olivo el sueño martiano y fidelista de defender nuestro modelo de justicia social. En ese empeño nada fue sencillo. Otra vez Cuba frente a su historia se creció por encima de los imposibles, sorteando todo tipo de complejidades y abriendo trincheras de firmeza donde otros –los enfermos de odio– quisieron instaurar el desaliento colectivo. Fue, sin duda, un año duro, muy duro, en el que gravitaron sobre la sociedad cubana no pocas tensiones asociadas a la recrudecida política imperial del gobierno estadounidense hacia la Isla y sus insoslayables secuelas en la inflación galopante de productos, alimentos y servicios; en el déficit de suministro de energía eléctrica nacional; y en el incremento de una migración, condicionada por la potencia imperial que pretende ahogar a todo un país. Pero a esas realidades hay que añadirles también otras verdades que hablan de la hazaña de un pueblo que no cedió ni un metro de su suelo patrio, ante las burdas campañas de manipulación mediática orquestadas desde el escenario digital, o ante el dificilísimo contexto nacional de desabastecimiento y proliferación de ilegalidades, indisciplinas sociales y conductas delictivas que han lacerado la calidad de vida de las familias cubanas. Es el mismo pueblo que tras el impacto de acontecimientos dramáticos como la explosión en el Hotel Saratoga, en La Habana; el incendio de la Base de Supertanqueros, en Matanzas, y la devastación provocada por el paso del huracán …

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La proeza de vencer

Sesenta y cuatro eneros han transcurrido desde aquel primer día del primer mes del año en que triunfó la Revolución. De entonces, Cuba se ha erigido en hazaña refrendada, en un pueblo irrepetible, pero imitable. Muchas han sido las experiencias, grandes los logros, innumerables los obstáculos, fuertes los retos: presentes aún los sueños. Prácticamente no hemos tenido ningún año exento de aprietos, pero como tantos otros también han devenido verdaderos desafíos para la confianza del pueblo y su fidelidad a la Revolución. Y aunque nuestra sociedad no es perfecta, si tenemos la fibra suficiente para perfeccionarla en su acaecer. A pesar del bloqueo y las restricciones financieras que nos obligan a realizar ajustes en los planes de la economía, nos repensamos para bien de la nación. Empeños cruciales Despegar, económicamente hablando, demanda, entre otras cosas, un aumento de la inversión extranjera y un comercio fluido, por lo que aun debemos sortear lances y no dejar de centrar la mira en las insatisfacciones que mellan el sentir diario y para lo cual debe haber respuesta oportuna a cada problema de la ciudadanía, por más variantes que contengan, porque estas nacen de nuestros deseos de consolidarnos y prosperar. Sin apurar el andar, la decisión es seguir construyendo un Socialismo próspero, sostenible e irreversible. Motivados, celebramos el nuevo aniversario de la Revolución, y aunque no tenemos a Nuestro Fidel al lado, su ejemplo e infinita sabiduría, nos acompañan. Al esfuerzo sumado del año que concluyó, eslabón de otros tantos que signan la epopeya cotidiana del pueblo, se une la voluntad de perpetuar los objetivos de justicia y libertad defendidos por la Revolución.

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El difícil y heroico camino de 64 años

Cuando la Revolución triunfante celebra sus 64 luminosos años, el camino duro y cargado de peligros recorrido hasta hoy corrobora la certeza de aquellas proféticas palabras pronunciadas entonces por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, ante el pueblo cubano y sus tropas rebeldes con las banderas y los fusiles de la victoria en alto. «Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y, sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil». Lo alertado tanto el mismo 1ro. de enero de 1959 en Santiago de Cuba, como siete días después, tras la entrada en La Habana de la Caravana de la Libertad, fijaba, además, ese principio que lo acompañaría toda la vida como el primer deber del revolucionario, decirle la verdad al pueblo. Era evidente en ambas intervenciones que ese único compromiso adoptado con el sufrimiento de los cubanos, enunciado en La historia me absolverá, y con los hermanos caídos a lo largo de la lucha, en nada agradaría a los oligarcas y burgueses, y mucho menos al vecino del norte. Además, así como la guerra no se había ganado de un día para otro, tampoco en un abrir y cerrar de ojos podrían resolverse las angustias de los cubanos, causadas por el problema de la tierra, el de la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación, y la salud. Desde el primer día, para que no quedasen dudas de los grandes desafíos por enfrentar, aquel mismo 1ro. de enero de 1959, se quiso escamotear la victoria mediante un golpe de Estado militar orquestado con la participación de la Embajada de Estados Unidos, y que fue abortado por el Ejército Rebelde …

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