Cuba: el inicio del curso escolar y sus retos

En un comentario anterior, nos referimos a que cada curso escolar siempre constituye una victoria porque representa la prioridad del Gobierno a sus niños, adolescentes y jóvenes para tener acceso a uno de los derechos universales: la educación. No hay que insistir mucho para saber que desarrollar un curso escolar en las condiciones de Cuba es un reto como pocos países son capaces de enfrentar. La educación en su concepto más amplio implica tener en cuenta muchos caminos y mediaciones que tributan a la formación de valores, convicciones, conceptos, la personalidad, y provee de herramientas para enfrentar e interpretar la vida. En el caso cubano, el país tiene ante sí el desafío mayor de construir un modelo de enseñanza atemperado a nuestras propias condiciones con una  permanente influencia de noticias desde el exterior, un barrage en las redes sociales digitales como nunca antes, cambios de paradigmas dentro de la sociedad provocados por la complejidad de la vida, a lo que se suma un escenario internacional unipolar muy adverso y junto a el un programa de colonización cultural que está presente no solo en lo que vemos, apreciamos o nos llega por vías diversas, sino además en los referentes que mediáticamente están dirigidos a rescribir la historia o hacernos creer que mirar hacia ¨la acera del frente¨ es el mejor de los mundos posibles y a lo que debemos aspirar. Alguien se preguntará ¿qué papel desempeña el curso escolar en relación con los temas anteriores? Hablamos de niños y adolescentes, que transitan por la enseñanza general y  cuyo programa docente contempla el conocimiento de materias que contribuirán de un grado a otro, a entender el mundo en que vivimos, y también a querer y apreciar de dónde venimos y cómo llegamos hasta aquí. Pero eso solo no basta. Y he ahí …

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