Camilo Cienfuegos y su legado de fidelidad
El 28 de octubre de 1959, a las seis de la tarde, despegó del aeropuerto de Camagüey el avión bimotor Cessna 310 que conducía al Comandante Camilo Cienfuegos hacia La Habana después de cumplir la importantísima misión de cortar la sedición de Hubert Matos, jefe militar de la provincia, junto a elementos reaccionarios de la región. Dicen que esa tarde el Héroe de Yaguajay al llegar a la terminal aérea se encontraba de buen humor y presto a llegar a su destino en la nave piloteada por el primer teniente Luciano Fariñas y tripulada por el soldado Félix Rodríguez, su ayudante, pero la nave desapareció para siempre después de perderse las comunicaciones en medio de turbulencias entre Ciego de Ávila y Matanzas. Se acercaba a su final el mes que quizás fue hasta ese momento el más activo de deserciones entre falsos revolucionarios opuestos a la radicalidad de la Revolución, mientras casi a diario aeronaves procedentes de la Florida incendiaban campos de caña y atacaban centrales azucareros, al tiempo que ocurrían los primeros alzamientos de prófugos de la justicia. A mediados de octubre, el exjefe de la fuerza aérea, Pedro Luis Díaz Lanz, después que le falló un plan de atentado dinamitero contra Fidel huyó para EE.UU. y el 21 bombardeó la capital, con un saldo de dos muertos y 47 heridos. En esos momentos Camilo Cienfuegos, uno de los líderes más queridos por el pueblo, se encontraba inmerso en las acciones para enfrentar la traición en las filas revolucionarias, alentada por la política cada vez más agresiva de la administración estadounidense contra Cuba. Ante las campañas mediáticas y tendencias conciliadoras no ocultó su clara posición al lado de la Revolución y Fidel, de lo que había dado muestras desde la guerra en la Sierra Maestra. Mientras se encontraba en …