Crueldad inaudita contra el futuro
Nuestro José Martí, refiriéndose al niño Lino Figueredo en una de sus obras cumbre, El Presidio Político, decía de aquel muchachito condenado a 10 años de prisión: “Aquella rosa de los campos de Cuba que el Presidio transformó en cadáver viviente y marcado por la viruela con solo 12 años de edad…”. Es obvio que cualquier persona honesta de este mundo tiene que sentir un dolor profundo al conocer de aquel crimen horrendo contra un niño, consecuencia de la bestialidad que demostró el gobierno español de la época. Pero aún peor: estar consciente de que semejantes hechos se repiten hoy con increíble desprecio a los que merecen el mayor cuidado y celo para garantizar el futuro.