Era el 8 de enero de 1959 y Cuba entera vestía de verde olivo. Desde Santiago hasta La Habana, millones de personas vitoreaban a los guerrilleros y aclamaban a Fidel Castro. Por: Angélica Paredes López Habían pasado siete días desde el triunfo de la Revolución. Los barbudos entraban a la capital, luego de recorrer todo el territorio nacional. Los tanques y otros equipos blindados del ejército del dictador Fulgencio Batista sirvieron a los rebeldes para protagonizar la Caravana de la Libertad. Fue un día histórico. Un mar de pueblo inundó las habaneras calles. Dicen los que tienen edad para contarlo, que en cada sitio por donde transitaban los guerrilleros, la garganta del pueblo enronquecía en un grito libertario. En la ciudad, la ruta victoriosa se había iniciado en el Cotorro. Luego la caravana pasa frente al Castillo de Atarés. Más tarde, frente a la sede de la Marina de Guerra. Allí, atado al muelle, está el yate Granma. Fidel aborda la embarcación, acompañado por oficiales rebeldes. Seguidamente, la marcha se desvía por la Avenida de Las Misiones y llega al Palacio Presidencial. El paso triunfal se detiene allí y Fidel pronuncia vibrantes palabras desde la terraza norte. Sin escolta, se confunde entre la oleada de seguidores y les pide que acudan al Cuartel Columbia. Después, los barbudos continúan su travesía por el Malecón y suben por la avenida 23. En Radiocentro, en la esquina de la calle M, el líder de la Revolución conversa con algunos artistas y en medio de la alegría popular la caravana prosigue su rumbo a Marianao. El punto final de la histórica ruta iniciada en Santiago de Cuba fue el 8 de enero de 1959 en el campamento militar de Columbia, bastión de la tiranía batistiana. Lo que ocurrió allí lo recuerdan los más veteranos, …