Julio Alberto Casanova es persona jovial, inteligente, rápida y profunda en los criterios, un personaje el mismo dispuesto a contar su propia historia donde resaltan importantes medallas, distinciones y premios por su entrega a la cultura cubana. Uno piensa (así lo creo yo) que no escribo un panegírico (¡Dios me libre con Dios me ampare¡) sino (y sea mejor) un acercamiento a uno de los actores cuya voz (guste o no guste) es la de su propia naturaleza, la propuesta profesional de un actor parecido a él mismo, un hombre de su tiempo y entregado a él. Un profesional que, espada en mano, se bate y desafía el futuro tiempo que se quedará entre nosotros. Esto que sigue es el alma y el corazón de un hombre noble.
En la vida – me dijo- sólo me faltaría escribir un libro y va y me decido. Yo lo leería con agrado.
¿Cómo y cuándo corporiza sus inclinaciones por la actuación?
Siendo un niño, en las Escuelas Pias, de Guanabacoa, donde hice mis estudios de Primaria y Comercio. En los actos cívicos, en las actividades de fin de curso. Ahí comenzó todo.
Sus inicios como actor: hábleme de esa época.
En 1960 se abre en el anfiteatro de Guanabacoa una escuela de actuación. Allí comienzo a estudiar y hago mis primeras obras bajo la dirección de Jesús, Chucho, Hernández. Fui el marqués de Mascarilla en la obra Las preciosas ridículas, de Moliere. Hago el secretario en “Farsa y Justicia del Sr. corregidor,” de Casona, y otros papeles en varias obras hasta que en diciembre de 1962 me incorporo a las Brigadas de Teatro Francisco Covarrubias, como actor eventual. Por entonces, trabajo en dos puestas en escena y en 1965 integro el elenco del grupo Teatro juvenil de La Habana. Me desarrollo en algunas obras y luego, en 1968, llegó a la Radio, medio que desde niño me apasionaba y en ella me desarrollé intensamente y a pesar de haber hecho mucha televisión y algo de cine, puedo decir que soy un hombre de la Radio.
Para usted ¿qué es un actor?
Es un ser humano que nunca deja de ser niño y juega a ser alguien diferente. Le encanta asumir otras personalidades y recrearlas para el disfrute de los que lo vean o lo escuchen, según el medio en el que se produzca la magia de la actuación.
¿Se nace actor?
Pienso que si. Se nace con el talento para la actuación pero es necesario.