Para muchas emisoras la voz era clave en la programación y los locutores tenían una característica muy próxima como ocurría en Radio Progreso donde imperaban las voces graves sin que ellas estuvieran engoladas por sus profesionales, esto le daba un sello distintivo. Por otra parte el sonido estaba diseñado desde la presentación hasta los diferentes temas de programas, cuñas promocionales y menciones que la diferenciaban de las demás.
Si bien es cierto que son 4 los componentes del discurso (voz, efecto sonoro, silencio y música), la palabra, eje principal sobre el cual se soporta el discurso radial pero el énfasis en las oraciones y la intención de lo que se comunica está definido por los componentes de la voz, (tono, timbre, ritmo, intensidad, entre otros). Pero si esto es cierto, el empaque que se le de a los programas con el resto de los elementos del discurso en radio se protege un estilo, se garantiza que el perfil, referido a los contenidos, muestre su identidad sin equívoco para sus públicos.
Con las palabras se crean imágenes. La palabra radiofónica no es hablar. No. En los programas se pueden crear imágenes a través de recursos metafóricos, describiendo objetos, narrando historias, pintando escenarios. Todo ello debe estar adornado de sonidos que refuercen situaciones anímicas, ubicaciones geográficas entre otras.
Como productor de radio, no se debe perder de «vista» este componente sonoro, no sólo como la acción de pronunciar palabras, sino la forma en que se pronuncian. El comunicador debe transmitir optimismo, hacerlo con alegría, ánimo. Hacer especial énfasis en lo más importante de la intervención. Acompañar de silencios oportunos las palabras y evitar un discurso plano, monótono, sin inflexiones de la voz.
En todo esto juega un papel importante la selección del rol de los creativos para garantizar el estilo de una emisora.
Otro aspecto que debe quedar bien definido es la carta de estilo de la emisora para que todos sepan la imagen que se debe proyectar en cada caso aunque sean profesionales que trabajan en varias emisoras al mismo tiempo con perfiles diferentes.
El componente música carga con buena responsabilidad en este empeño junto al diseño de la programación. Estoy claro que la música es la misma para todas las emisoras pero ella debe estar estructurada bajo un prisma que la diferencie de cómo organicen el espectro en las otras programaciones.
Desde la década de los año 50, la radio encontró en la música un nuevo elemento. Las emisoras empezaron a emitir piezas musicales que salían de las grandes salas de recitales para quedarse en las estaciones de radio. Con esta llegada, la radio entró a miles de hogares para acompañar con canciones la cotidianidad. Aún hoy, se vale de esta herramienta para hacer más atractivas los programas a sus públicos de cualquier grupo etario.
La música no sólo se utiliza como suma de canciones que entretienen a la audiencia. Este complemento forma parte de las presentaciones, aperturas y cierres de series radiales y audiovisuales, entradas de novelas, momentos de suspenso, terror, alegría, acercamientos pasionales, momentos de humor y un inenarrable número de puestas en escena que provocan a la imaginación.
La música puede cumplir funciones que indican comportamientos personales, descripciones de escenarios, cierres, entradas o reflexión. No obstante se observa en el uso de la música para la musicalización de algunas noticias o programas variados o informativos cierto descuido y sólo responde a que se pone algún sonido que en ocasiones puede constituir un “ruido”, mas que un sonido musical, por no tener una justificación dramatúrgica adecuada.
Entonces no seria exagerado aseverar que cuando ocurren situaciones de este tipo en un discurso radial estamos en presencia de una “disfonía” radial.