La voz radiofónica útil instrumento de comunicación

Parto de la importancia de la palabra, consustancial con la radio, columna vertebral del sonido radiofónico que no puede ser prescindida por los creadores que desean conseguir éxito en un proyecto de comunicación radial. Esta- la palabra- debe lograr acercarnos a la realidad narrada pero para ello debe cumplir con el requerimiento técnico-artístico adecuado para cada proyecto en correspondencia con el conjunto de programas.

Todos podemos imaginar y decidir a la hora de seleccionar una voz que identifique un programa en una emisora nacional o provincial, en la que existen varias fuentes de empleo desde donde podemos escoger. En el caso de la emisora municipal deben ser preparados en la provincia y allí someterse al mismo rigor de preparación de todos – nacionales y provinciales-, con los requerimientos que exige la profesión.

La carencia de multiplicidad de voces en las emisoras municipales requiere hoy de estrategias puntuales en cada provincia, y aunque no todas presentan la misma situación, es algo que debe tenerse presente y buscar alternativas que permitan palear los problemas con la ausencia o escasez de voces para la programación radial.

No es posible dar recetas desde un artículo como éste pero llamo la atención, pues si queremos impactar en el oyentes con los mensajes y las reflexiones, la voz debe lograr ser la amiga, acreditar confianza, credibilidad, misterio, alegría, tristeza, belleza, fealdad, miedo, seguridad, en fin, transmitir estados de ánimos. La voz es, en definitiva, la estrategia a utilizar para hacer reaccionar al oyente y este pueda imaginar lo descrito.

Cada emisora municipal pudiera utilizar como recurso de motivación la realización de talleres dirigidos por los profesionales del habla en funciones y preparar una cantera desde donde sean seleccionadas las personas que ya tengan nociones y estén en correspondencia con las necesidades y estilo de la planta radial.

Las dificultades presentadas por falta de variedad en las voces no son solo en las municipios, aunque se acrediten como las de mayor urgencia.

También en los medios nacionales y provinciales se requiere estructurar valores expresivos que le den identidad a la programación principio que viene acompañado del cuidado del diseño de perfil y la sonoridad que se emplea en toda la realización del producto comunicativo.

En referencia al timbre, elemento que da identidad a la voz, puede llegar a informar, más que cualquier otra cualidad acústica, sobre el aspecto del hablante, por lo que se perfila como una señal que facilita la construcción de un retrato del locutor radiofónico identificado con facilidad por los oyentes. La complejidad del timbre no siempre identifica con rigor cuáles son las diferencias entre la imagen que se proyecta a través de la voz con el físico concreto.

Cuando escuchamos la voz de alguien que nos habla a través de la radio, las características acústicas emergen al unísono (imagen proyectada e imagen real), de manera que se interrelacionan y constituyen el color de la palabra radiofónica.

El uso de las técnicas empleadas en la voz radiofónica nos ayuda también como un instrumento de gran utilidad para ser utilizada desde otra perspectiva, porque como escuchar la radio no resulta ser lo mismo que participar en una conversación, se detecta que un correcto uso de la expresión oral por parte de quien emite la información, la descripción verbal, la estructura gramatical y las frases cortas, entre otros elementos, facilitan la comprensión.

Para todo ello debemos preparar a nuestros profesionales del habla desde cualquier nivel estructural de la radio, ello permitirá una mayor compresión de lo que deseamos transmitir a los públicos destinatarios de nuestros mensajes radiofónicos.

La variedad de timbres hace más rica la comunicación y la posibilidad de identificar un proyecto sin que este se confunda con otro. Debemos aclarar que en el lenguaje radiofónico, como lo hemos señalado en otras ocasiones, la palabra no constituye el único elemento aunque si el primordial. De ahí que cuidar el timbre, tono, cadencia e intensidad deben ser centro de atención de creadores y directivos a la hora de seleccionar al comunicador.

En la radio todos los hablantes deben cumplir este requisito si aspiramos lograr éxito en lo que se informa, en el mensaje transmitido y la reflexión propuesta a los públicos.

Por último quiero llamar la atención sobre el empleo de la intensidad de la voz, su capacidad para expresar también actitudes emocionales. De hecho, las variaciones de intensidad son muy adecuadas para representar estados de ánimo y aspectos relativos al carácter de un determinado personaje: la agresividad, la cólera, el miedo, la tensión o el nerviosismo se ilustran con un volumen más alto que la tristeza, el cansancio, la debilidad o la depresión. Por otra parte, la intensidad ayuda a describir tamaños y distancias y, en combinación con la agudeza o gravedad del tono, refuerza la ilusión espacial de lejanía o proximidad.

Sobre el particular los profesores españoles Amparo Huertas y Juan José Perona en su libro Redacción y locución en medios audiovisuales: la radio, llaman la atención cuando señalan:

«El tono es la impresión que nos produce la frecuencia de vibración a la que se manifiesta una determinada onda sonora. En el caso de la voz, la marca del tono (grave o agudo) viene dada por la cantidad de movimiento que se produce en las cuerdas vocales al emitirla, es decir, por el número de vibraciones que en ellas tienen lugar. Cuantas más vibraciones se produzcan, más aguda será la voz, más alto será su tono. Por el contrario, cuantas menos vibraciones acontezcan en la laringe -lugar en el que, como sabes, se genera la voz humana-, más grave será el sonido resultante, más bajo será su tono».

Sobre este tema es necesario seguir profundizando pues la locución de hoy requiere una mirada diferente a décadas anteriores cuando la programación era fundamentalmente grabada, en la actualidad se emplea con mayor fuerza la programación en vivo donde la improvisación tiene una presencia mayor y el nivel de preparación debe corresponderse con esas exigencias.

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