Respetar el Micrófono

El locutor es un artesano del lenguaje, la palabra es su principal pieza, moldearla con los adecuados modales, cultivar ideas para una educación de paz que posibilite óptimas relaciones entre los seres humanos, ubica al profesional del micrófono en un puesto privilegiado. La melodía originada por una voz bien timbrada, educada en el buen decir es capaz de atrapar espacios y conducir al perceptor hacia los  fines de valores necesarios en los humanos: amor, alegría, sinceridad y otros. Las voces expresivas se mueven continuamente en tonos bajos, medios y altos en una infinita variedad de formas.

Imaginemos esta frase  dicha por un locutor: NO saldrás a la calle hoy. Pronunciada siguiendo una inflexión contínua hacia abajo adquiere la autoridad y determinación de una orden, en cambio si la inflexión es ascendente se convierte en una pregunta porque la melodía entonacional se combina con otras variaciones de intensidad y ritmos. Cuando no se logra esta diversidad de tonos en la cadena hablada aparece la monotonía. El locutor tiene que estudiar y ejercitar constantemente. Cada palabra se adorna, se envuelve de intencionalidad. 
 
¿Por qué es necesario respetar el micrófono? Porque es la vía de construcción de una credibilidad singular con los oyentes. El locutor se oye y se ve como a un amigo y las amistades perduran cuando son respetuosas. Desde los micrófonos se ofrecen servicios de información confiables muchas veces validados por profesionales, especialistas o funcionarios públicos que son entrevistados por el locutor, esos  expertos  ven y sienten a través del comunicador de la radio un puente que les permite transitar por el camino del conocimiento.
 
El escenario del locutor es emocionante al escuchar y participar en debates, encuentros, llamadas, e intercambios en la calle, que le deparan  sensaciones  de pertenencia con la audiencia al sentirse parte de la comunidad. Un  oyente que escucha con atención las voces de la radio puede experimentar alegría, gozo o llorar, sufrir o enojarse con una mala noticia de alguien que llamó y dio un testimonio negativo.  El micrófono merece mucho respeto.

La comunicación  del pueblo con los locutores  puede ser  breve o intensa,  aunque se escucha públicamente no deja de ser intima. Las emisoras se echan al hombro los problemas de la comunidad y el comunicador realiza un papel de mediador que asume las confesiones de la gente del barrio o de los trabajadores de una fábrica. Se sabe que la voz del locutor inspira sensualidad, confidencialidad, orgullo, diversos matices y posiciones. Los parlamentos dramatizados calan agradablemente en quienes los escuchan.  La audiencia desarrolla  el oído y capta cualquier señal o insinuación proveniente de las voces de la radio.

¿Por qué los oyentes llaman tanto a la radio? Porque ven en ella y sobre todo en el locutor al amigo en quien confiar y porque buscan una respuesta, que casi siempre es rápida y gratuita. Una respuesta  dirigida a solucionar los problemas o los gustos de quien escribió, llamó o se personó en la estación de radio. Es esa la razón por la cuál el micrófono merece todo el respeto y la consideración de quienes lo utilizamos.

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