De loas y egocentrismos

Uno de esos personajes que acarician la idea de derrocar la Revolución Cubana, recientemente ha hecho un derroche de elogios al sistema “democrático” que impera en Estados Unidos, al extremo de colocarlo en un lugar cimero, es decir, esa nación es la más perfecta entre todas las del planeta. Naturalmente, es un simple eslabón más de la gran maquinaria de la guerra mediática que se nos hace, a la que se suman  otros medios con más o menos cinismo. Pero por supuesto, deseo que usted sea partícipe de algunas de las afirmaciones:

Un comentario (10.11.12):  “…los cubanos debemos aplaudir fuertemente al pueblo norteamericano por haber celebrado, una vez más, sus elecciones presidenciales”; “el pueblo norteamericano ha demostrado su amor y respeto por la democracia y por su país”; “este ejercicio democrático que acaba de finalizar los Estados Unidos es salud y espejo para todas las sociedades”; “para todos los cubanos este proceso democrático  es una lección de cultura política y de alta convivencia, cuando escuchamos al ganador Obama expresar ‘ahora me sentaré con Romny para hablar de cómo podemos trabajar juntos para ayudar al país’;  y es también muy estimulante escuchar al perdedor ‘rezo para que el presidente Obama tenga éxito al orientar a nuestra nación’.

Después de leer tales palabras uno se pregunta ¿cómo es posible tanto irrespeto a la inteligencia de otros?, ¿por qué llegar al ridículo con esas afirmaciones, sobre todo cuando se dirigen al pueblo cubano, el mismo que hace 54 años alcanzó su definitiva independencia, y con ella, se declaró libre de analfabetismo y cuenta con un alto nivel cultural y político?  Reflexiono y me digo: es que para ellos vale todo para destruir, cualquier herramienta sirve.

Al parecer Estados Unidos y sus medios de comunicación aún no se han percatado de que ya no vivimos en los tiempos en que una simple orden del emperador “democrático” yanqui era más que suficiente para derrocar a un gobierno e implantar otro de su agrado; o bañar en sangre a cualquier lugar del mundo por negarse a cumplir los designios imperiales; o apoyar golpes de estado y cobijar en su territorio a asesinos.

¿Qué entenderá por democracia el autor de las afirmaciones del comentario señalado? ¿Fue un proceso democrático el que llevó a la presidencia al tristemente célebre George W. Bush, mediante unas elecciones plagadas de trampas,  el mismo que declaró en la academia militar de West Point que los oficiales debían estar listos para atacar de forma inmediata y sin previo aviso a 60 o más “oscuros rincones del mundo”?  ¿Es democrática la existencia en ese país de un bochorno antidemocrático denominado Tea Party, movimiento cavernícola, ultraconservador, que se ha convertido en una poderosísima corriente política del Partido Republicano? Y solo un ejemplo más entre muchos: ¿dirá Radio Martí que los lobbistas que medran en el Congreso estadounidense constituyen ejemplos de democracia?

Y desde el punto de vista histórico, qué decir de la política del “Bick Stick o Gran Garrote”, formulada por el presidente Teodoro Roosevelt y basada en la aplicación del uso de la fuerza contra los países que se negaran a aceptar sus ofertas “generosas”. De tal política muy bien pueden hablar países que la sufrieron como República Dominicana, Panamá, Nicaragua, México, Haití y Cuba. Y  otra que se conoció como “América para los americanos”, elaborada por John Quincy Adams y atribuida a James Monroe, dirigida principalmente a las potencias europeas con la intención de que Estados Unidos no toleraría ninguna interferencia o intromisión de tales  potencias  en América. ¿Todo esto es democracia y derechos humanos?

Claro, por respeto al espacio asignado, no menciono otros infinitos ejemplos de antidemocracia e insulto cruel a la humanidad, como las bombas contra Hiroshima y Nagasaki, lanzadas por Estados Unidos, a lo que se refirió García Márquez en el aniversario 41 de tal monstruosidad, cuando dijo: “Los pocos seres humanos que sobrevivan  al primer espanto (…) solo habrán salvado la vida para morir después por el horror de sus recuerdos”.  No acaban de entender que para ser respetados deben respetarse. Pero que no crean los lectores que he concluido; volveré a la carga.

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