El capitalismo y sus disfraces

Y, para lograr sus proyectos cuentan con herramientas básicas, como son, por ejemplo, las llamadas organizaciones «humanitarias» internacionales que, en realidad,  sirven de pantalla  para la injerencia, la desestabilización y todo tipo de tropelías, que logran, en muchos casos, a base de bombas y muchos miles de muertos inocentes por –como afirman- daños colaterales.

Y, por supuesto, no es posible obviar una herramienta preferida, los medios de comunicación masiva que en la actualidad han alcanzado niveles extraordinarios de influencia en las grandes masas, dígase la radio, la televisión, prensa plana, red de redes y otros mecanismos que se suman a estos medios, acuñando como ciertas las «bondades» de un mundo que ya se torna putrefacto; tal es el caso de la bandera yanqui en pullovers, camisas, pantalones y hasta en baños públicos, para hacer patente, cada vez más, que Estados Unidos, con su sistema, es el objetivo supremo que debemos alcanzar, algo así como la tierra prometida.

Téngase en cuenta que tales medios logran inundar el mundo de hábitos superfluos, egoísmo sin par,  entretenimientos para idiotizar a las personas, y, sobre todo, falsedades y ofensas que llegan a aplastar todo vestigio de ética. Por ejemplo, usted puede ver en la televisión miamense a un tipo-marioneta delante de un sarcófago, haciendo payasadas y burlándose de Hugo Chávez, con el sólo propósito de hacer reír a los que debían llorar por su pérdida. Además, escuchar por Radio Martí afirmaciones tan increíbles como decir que a Fulgencio Batista no se le ha hecho justicia históricamente, porque en realidad «no era tan malo como lo pintan los comunistas». Al respecto, vale la pena retomar unas palabras de un grande de la radio cubana, Oscar Luis López: «Estos medios llegan a lo más recóndito de la emoción humana y pueden generar y desarrollar enormes fuerzas subjetivas cuando son empleadas con habilidad para condicionar la mente de grandes multitudes, sin que éstas perciban el proceso de conformación ideológica a que son sometidas.»

Debo concluir, pero hacerlo, mencionando una estrategia manipuladora de los grandes medios: Mantener al público en la ignorancia y la idiotez, es decir, hacer que  sea incapaz de comprender las tecnologías y métodos utilizados para su control y esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre o mediocre posible, de forma que la brecha de la ignorancia que separa  las clases inferiores de las clases sociales superiores, sea y permanezca incomprensible para las clases sociales inferiores.

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