Más sobre los medios

Tales ambiciones insisten en dominar, sojuzgar, invadir y destruir todas las ansias de bienestar y paz que claman los pueblos.

Esos hábitos de maldad siempre han sido así históricamente, lo que sucede es que hoy se han unido, con más fuerza, a una nueva arremetida del imperio ante el ascenso de gobiernos que, simplemente, desean el bienestar de sus pueblos, aún corriendo el riesgo del castigo imperial por no querer inclinar la cabeza.

Con tal fin apoyan cínicamente los métodos de la denominada guerra no convencional auspiciada por Washington para derrocar gobiernos desobedientes; lograr que los pueblos repudien a sus dirigentes; provocar conflictos internos; mentir descaradamente inventando excusas para lesionar la actividad diplomática; e incluso recomendar no viajar a ningún país que antes no haya sido bendecido por los amos del mundo.

Y es que todo esto descansa en un mecanismo muy bien aceitado que permite el funcionamiento de los aviesos objetivos, pues así lo exige la marcha constantemente acelerada de los medios de comunicación, entiéndase internet con todas sus asombrosas posibilidades de comunicación.

¿Cómo combatir tanta infamia?

Seguramente poniendo a full nuestra inteligencia y creatividad, dejando a un lado métodos que fueron útiles, pero que ya no son. Quizás la respuesta esté en unas palabras de nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez cuando afirmó:

“En la era de las comunicaciones nuestros adversarios han sido hábiles para mentir, tergiversar y silenciar la obra revolucionaria. Y ni aún así han podido destruirla. Nos corresponde ser más creativos en la difusión de nuestras verdades. Debemos aprender a emplear más y mejor las posibilidades de la tecnología para inundar de verdades los infinitos espacios del planeta internet donde hoy reina la mentira”.

Ese es el camino. Hoy el panorama es muy distinto al de ayer. Ya no basta combatir al enemigo con arrojo y valentía como ayer lo demostramos en Girón –excepto que nos lo impongan- hoy es imprescindible combatir con las ideas sin dejar el fusil a un lado.

Y es que la propia vida nos impone estar muy alertas porque hoy, como nunca, el mundo está muy seriamente amenazado por el imperio y su emperador, tan obstinado y perverso, como lo fueron ayer otros de la historia de nuestra humanidad.

Entonces peleamos, al costo de muchos millones de vidas. La lucha sigue, porque con nuestra lucha, nuestros hijos y nietos podrán sentir orgullo de contar con esos predecesores que contribuyeron a la forja de un futuro mejor y posible.    

Autor