Si los planes de estudio de las universidades cubanas donde se imparte la carrera de Periodismo tomasen en cuenta los métodos y esquemas que siguen los mal llamados periodistas independientes en Internet, la enseñanza de la profesión trocaría su teoría por un manual donde se pueden incluir la carencia de valores éticos, el absurdo, los toques de novela rosa y la ciencia ficción entre los ingredientes para armar una fanfarria que de noticia y objetividad periodística no tienen la menor noción.
Quienes accedemos a la red de redes nos los encontramos a cada paso. Aquí y allá, los comentarios de free lances o periodistas independientes, jamás constructivos ni motivados por la perfección, sino resueltos a criticar con vileza y vulgaridad, arremetiendo contra la lógica y los argumentos racionales. En materia de estos sujetos que denigran la labor reporteril podemos encontrar cualquier cosa, y créame, cualquier cosa.
Los hay que denuncian manifestaciones y huelgas imaginarias en una calle de La Habana Vieja con más efectos visuales que una película de Spielberg. El internauta foráneo se espanta, claro está, sin embargo, en esa misma calle, un grupo de niños juegan a los escondidos y un panadero pregona su mercancía, ajenos al conflicto bélico que describe un mercenario de la pluma.
Los ejemplos son tantos, desde la pobre víctima que les pide a los usuarios de Internet que recarguen su móvil, porque en Cuba no le administran ese servicio, hasta el versátil y pluritalentoso sujeto que se dice fundador de una agencia de prensa independiente, que en vez de despachos noticiosos publica trabajillos ordinarios en los que sobran los errores ortográficos y faltan ideas inteligentes.
No crea que ello es fortuito. En la guerra ideológica que afronta Cuba nada se le puede achacar a la casualidad, y los periodistas independientes no son más que elementos integrantes del gran andamiaje de la campaña mediática contra la Isla. Entonces, ¿realmente son tan independientes? Por favor, que por escribir tonterías nadie se gasta la suma de una línea arrendada.
Detrás de las falsedades, del empeño por denigrar a la Revolución ante la opinión internacional se encuentra la misma mano que maneja sus marionetas desde el triunfo de enero de 1959. Esa «independencia» solo radica en que no tributan a la redacción de un medio nacional, pero sí que tienen muy bien perfilada una política editorial que se agarra desesperada de cualquier mancha para crear un lodazal.
Y fíjese usted si esta era anda patas arriba que ya cualquiera se autotitula periodista, por cuatro párrafos. Entonces, médico puede ser el que ponga una curita sobre un rasguño, e ingeniero mecánico, aquel que sea capaz de distinguir entre un destornillador de estrías y uno de punta. Así va el mundo, no obstante, tenga la certeza de que la mediocridad, lo ilegítimo, solo tiene al olvido como destino seguro.