Cuando se bordan las memorias del aire…

Irremediablemente, el investigador ha de acudir entonces al testimonio, bordar vacíos, extraer los pasajes más vívidos, las personalidades y sucesos más notables. Así está escrito el volumen «La palabra en el aire. Memorias de la radio santiaguera», de Eric Caraballoso Díaz, publicado por la Fundación Caguayo y la Editorial Oriente.

Este libro, presentado ya en varios escenarios, injerta la historia regional como parte irrenunciable de la historia del país y justiprecia a pioneros como Arturo C. de Ribas y la CMKA. Será «la primera en transmitir una programación estable» en territorio santiaguero, el 7 de febrero de 1930, desde el sótano de su casa, en el reparto Vista Alegre.

Por supuesto, nos presenta a Félix B. Caignet que introduce en la radio, afirma el autor, el espectáculo de continuidad seriado con Chan Li Po, y el género episódico infantil con Chilín, Bebita y el enanito Coliflor, labor que precederá con mucho a la mítica radionovela El derecho de nacer.

Asimismo, nos deja ver los aportes de la CMKD en el Palacio de la Torre; se adentra en los ires y venires de la Cadena Oriental de Radio y se va tras las huellas de la CMKC y de la singular Radio Valpín (instrumental). No escapa a su atenta mirada, el paso por la radio de artistas de la talla del declamador Luis Carbonell y del novelista José Soler Puig. Y la unidad de una casa radial tan popular como CMKW, Radio Mambí.

Aborda las estrategias para apoyar a la Revolución naciente, a través de figuras como Gloria Cuadras, Noel Pérez y Ruperto Pérez López, el radioperiodismo de Ernesto Medialdea, y la obra de Nilda G. Alemán con un Círculo de Interés para la historia. Las anécdotas son oro.

Pone nombre al heroísmo de la gente de la radio: en los finales de los cincuenta, en los inicios de los sesenta, durante agresiones, huracanes, campañas. La entrega de todos los días en las ciudades cabeceras y en municipios, como Segundo Frente y su Radio 8SF, que da voz al espíritu indomable y sincero de los montañeses.

Aparecen la excelencia del maestro José Julián Padilla y sus programas musicales; el documentalista Rolando González y el mago de la dramaturgia radial, Antonio Lloga. También el inolvidable Ado Sanz Milá, el multifacético Iván Clavería Clark, y una voz en plena faena como la de Ileana Navarro. En un solo haz, recuerdos y homenaje.

El autor cierra su libro con entrevistas a los locutores Noel Pérez Batista, Julián Ercilio Navarro Coello (voz grave, voz única), José Armando Guzmán Cabrales (y su sello en Domingo a las once); la actriz Rebeca Hung y Juan Antonio Balbuena Céspedes, uno de los más completos operadores de sonido que he conocido. Todos, Premios Nacionales de la Radio.

La palabra en el aire. «Memorias de la radio santiaguera», es un libro enjundioso Ojalá otros pongan en orden sus propias memorias y las publiquen. La radio es imbatible, se ha demostrado; pero necesita que su historia no quede en el aire.

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