Cuando entré a trabajar en la Radio, allá por el año l968, se comenzaba a generalizar una forma de documental radial donde, entre otros destacados, sobresalía Julio Batista, un hombre que logró el calificativo de “hombre radio” porque lo sabia hacer todo y lo hacia bien. Entonces al ver estos materiales expuestos en el evento de Banes me preguntaba: ¿Qué ha pasado con esta forma de hacer radio en nuestro medio? y me respondía con otra pregunta: ¿Será que los programas en vivo no admiten estas formas radiales? Pienso que se ha simplificado la forma de hacer radio en aras de la inmediatez, frescura, espontaneidad y, quizá, la modernidad.
Razonemos algunos aspectos que hacían interesantes estos productos radiofónicos: Lo primero era la búsqueda de información a través de los protagonistas para que la connotación y el atractivo del producto final fuese mayor. En segundo lugar redactar textos para los enlaces entre un testimonio y otro con el mayor vuelo literario, pero a la vez, que propiciara la presunción necesaria en el oyente. Estos trabajos estaban orientados a resaltar los valores, tradiciones y costumbres que tiene una localidad o región. Más de una emisora tenían programas dedicados a valorizar las riquezas que como país tiene la sociedad cubana y de esta manera se lograba los objetivos que enriquecían de una parte la programación y generalizaba de otra los disimules temas que pudieran mostrar aspectos históricos, científicos, naturales, costumbritas, sociales entre otros.
Si bien la comunicación dentro de los medios tiene el proceso constante de construir mensajes para lograr transmitir nuevos conocimientos y obtener la interpretación del mismo con mayor naturalidad no siempre se consigue la persuasión de un tema de importancia vital para que los públicos alcancen actitudes y modifiquen sus hábitos de vida o asuman posiciones revolucionarias en correspondencia con las solicitudes que transmiten los medios y que están encaminadas a proteger la sociedad de peligros o enfermedades por solo citar dos.
Creo fervientemente en la elaboración de productos radiales donde prime la belleza, la búsqueda de información documental, en el cual participen varios puntos de vistas sobre el mismo tema, así como una selección rigurosa del texto que conceptualice el proceso de la comunicación y muestre el análisis de una serie de elementos, que componen y conforman el tema perceptual al oyente.
Es significativo como se ha estado sustituyendo esta forma de hacer radio por cuñas promocionales, entrevistas en vivo a especialistas de sobre un tema. Pero la validez de lo que estoy proponiendo para la elaboración de productos comunicativos se puede apreciar en la participación de festivales y concursos con programas que están confeccionados de esta forma y resultan, por sus contenidos novedosos, ganadores.
Examinar formas nuevas enriquecedoras de la comunicación con el oyente es válida siempre que esté acompañada de la búsqueda progresiva de la profundización del acervo cultural de los oyentes. Sin embargo no podemos acuñar que lo moderno es la simplificación y la ligereza en el mensaje.
Lo propuesto estaría en el camino de rescatar una forma de hacer radio que se ha perdido por haber sometido, cada día con mayor presencia, las programaciones de emisiones en vivo y, como media, de dos horas o más de duración; tal forma validada por creerla más útil y atractiva para los diferentes públicos. No desconozco esta realidad, sólo que no es necesario, por ello, eliminar formas que han probado su eficacia e impacto en el oyente. Esta forma de hacer es un reto a la creatividad radial por coincidir en ella varios elementos del lenguaje radial.