El ADN del lenguaje radial

Ocasionalmente pensamos, dialogamos, discutimos y hasta filosofamos acerca del origen del lenguaje humano. ¡Tamaña discusión! Se parece a qué fue lo primero, si el huevo o la gallina. Quien tenga la última información, por favor, que me avise.

Las personas nos comunicamos; los animales también. Investigaciones recientes dan cuenta incluso de ciertas formas de comunicación en el reino vegetal. En el caso del homo sapiens, las cosas han funcionado de modo distinto. La comunicación primitiva partió de los sonidos de la naturaleza recreados con la voz. Para constituir un significado se apoyaban en el gesto corporal y en el rostro. Con el desarrollo y la especialización neuronal se formaron poco a poco los sonidos vocales, entendidos estos como palabra articulada o lenguaje, y posteriormente su representación gráfica.

Si se nos aparece un Neanderthal, seguro que no vamos a entender lo que dice con el sonido de su voz, aunque tal vez intuyamos qué desea comunicar. Ortega y Gasset afirmó que el hombre “es él y su circunstancia”. En el caso del Neanderthal y en el nuestro, cada uno es un ser con circunstancias diferentes.

Nosotros nos entendemos mejor, debido a que nuestras circunstancias se dan en circuitos espacio-temporales, si no semejantes, parecidos. En ellos entran en función los códigos, esos convencionalismos que aceptamos sin alzar la mano, impuestos por la herencia, el medio, la convivencia y la repetición de cánones generalmente aceptados.

Lo anterior no niega la capacidad humana de modificar y crear nuevos códigos. La historia de las lenguas demuestra cuántos saltos han tenido efecto, sin que lo nuevo constituya una total ruptura con lo que le ha antecedido.

Cabina de transmisión en Radio Reloj el canal de comunicación más antiguo del mundo

En la radio se trabaja a través de códigos aceptados por todos o casi todos. La experimentación con nuevos códigos pone en riesgo la efectividad de los mensajes. Puede que nadie o pocos lo entiendan.

Sin los códigos no existiría la comunicación humana como la conocemos hoy; mucho menos la radiofónica. Significa que son decisivos para la construcción del mensaje, proceso que ejecuta el redactor o escritor de manera individual, aunque como tal parte de una premisa colectiva. Nadie codifica para sí mismo(a), por lo cual permanecemos sujetos a su esencia social.

Al interpretar cada mensaje se aplica la fórmula que cada código sugiere; funciona como un programa, pese a que su interpretación no es la misma en cada caso. En la descodificación irrumpen factores de índole cultural y aprehensiva junto a condicionamientos psicológicos y experiencias de vida que se sumergen en el entorno histórico, geográfico y social.

Sabemos que son verdades de Perogrullo pero: ¿qué fue lo primero, el lenguaje o el texto que lo expresa? Coincidiremos – es posible – en que todas las respuestas quedarán en el campo de lo hipotético; como puede que concordemos en que en el lenguaje, sin distinción de idiomas, prima su maleabilidad. Esa cualidad lo hace capaz de ajustarse a un mundo cada vez más globalizado donde los “ismos” campean por su respeto y provocan mutaciones entre una y otra lengua. En definitiva, lo esencial es común. Nada resulta extraño, y cito a Ray Jackendoff “Las lenguas van cambiando gradualmente a lo largo del tiempo, a veces debido a cambios en la cultura y la moda, a veces en respuesta al contacto con otras lenguas, pero la arquitectura básica y el poder expresivo del lenguaje es siempre el mismo”. (1)

Hace poco reflexioné sobre “Radio y Oralidad”. En esa ocasión afirmé que los mensajes son el resultado de la arquitectura de palabras. Más adelante dije que  todos los recursos radiales trabajan en función de lo oral, y pregunté si  tendría este medio que subordinarse al texto, o viceversa.

El argumento de que la radio tiene a la oralidad como punto de partida se corresponde con que el texto escrito – en la radio –  se subordina – al menos debiera siempre ser así – al lenguaje hablado.

La escritura surgió y evolucionó desde la voz humana junto a las expresiones no verbales. Estas últimas se manifiestan en el lenguaje radial mediante herramientas acompañantes que son los efectos sonoros, la música de ambientación y el silencio.

Si la primera manifestación del lenguaje humano fue vocal y gestual revela que la radio, como vehículo de comunicación humana basada en los sonidos es oral por naturaleza. El texto escrito – necesario e indispensable en el mundo de hoy – funciona con efectividad en la radio cuando se elabora como una forma más de oralidad. Eso es parte de un ADN universal y no es ajeno a la radio.

Referencia: 
(1)  http://www.elcastellano.org/%C2%BFc%C3%B3mo-empez%C3%B3-el-lenguaje-humano

Autor

  • Tomás Alfonso Cadalzo Ruiz

    Tomás Alfonso Cadalzo Ruiz (Cienfuegos, 1951). Miembro de la UPEC y de la UNEAC. Periodista, escritor y director de programas de Radio. Autor de varios libros en México y en Cuba, entre ellos, "La Radio, utopía de lo posible". Colaborador del Portal de la Radio Cubana desde su salida al aire. Escribe además para espacios de Radio Progreso, Radio Ciudad del Mar y el periódico "5 de Septiembre".

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