Festival de la Radio Universitaria, un recuerdo atesorado en la memoria

Once y media. Todavía no acaba el turno de “Teoría de la comunicación”, y aún falta almorzar y terminar el guión del noticiero que debe empezar a la una. Optamos entonces por salir al baño, aprovechar y pedir el periódico del día, actualizarnos y en medio de la clase organizar las noticias nacionales que podríamos utilizar y entonces, rápido, adecuarlas al lenguaje radial.

Aún no llega Raulito con las actividades de la FEU de la universidad y los detalles de lo sucedido en los juegos deportivos. Es que no es fácil viajar de una sede a otra en tan poco tiempo. ¿Y los saludos? ¡Ay los saludos! Esta era una de las secciones contiguas del noticiero que todo el mundo esperaba. Profe, puedo salir al baño un segundo. Rápido cogíamos a tres o cuatro estudiantes y listo.

Entre los pretextos para salir de la clase y los cambios de turno, transcurría el “trabajo de mesa” de “Contigo”, un noticiero con solo media hora de duración, cuya similitud en contenido igualaba más a una revista de variedades que a un noticiario tradicional. Pero bueno, si un periodista santiaguero fue capaz de encontrar más de 200 géneros periodísticos ¿Qué mal pudiera hacer nuestro modesto aporte a la programación de la radio?

Y los programas de participación eran los más difíciles por cuestiones técnicas. A falta de teléfono, teníamos que llevar casi por el brazo a los muchachos para que dijeran sus opiniones o saludos hasta el pequeño local que quedaba entre la residencia estudiantil y el comedor.

Universidad de Holguín, ubicada en oriental provincia del mismo nombre.Un tiempo después nos asignaron un teléfono y, tal vez por aquello de que quien más tiene más quiere, logramos destinar uno de los teléfonos públicos de la beca para que, al momento de empezar el espacio, los muchachos pudieran utilizarlo y hacer llamadas a la “emisorita” sin necesidad de hacer colas.

En aquella “emisorita”, como le llamábamos, con solo dos micrófonos, una consola y una computadora, lográbamos realizar todo un espectáculo radial y hasta hicimos una versión dramatizada del cuento Añejo Cinco Siglos, original de María Elena Llana, que luego obtendría el Gran Premio en el V Festival de la Radio Universitaria.

Sin ninguna instrucción poco a poco nos introdujimos  en la dramaturgia radial, al punto de ser elogiados y catalogados por varias personalidades de la radio holguinera e instructores de arte, como un elenco profesional.

El reto de nuestra radio era cómo parecernos y hacer el montaje de la vida universitaria para convertirnos en su espejo: el cuidado del entorno y de la propiedad del estado, la puntualidad, la necesidad del estudio individual y los locales destinados para ello, en fin, todas las vivencias que guardaba recelosa aquella gigantesca construcción que se volvió, desde el primer año, nuestra segunda casa.

José Jasán Nieves, periodista cienfueguero que participó en el II Encuentro de Radio Universitaria de Latinoamérica y el Caribe en Colombia.Al fin, alguien nos orientó que teníamos que buscar los sonidos que nos rodeaban, entre ellos el tráfico que da a la Avenida XX Aniversario, el canto de los pájaros, el murmullo de las aulas, el timbre que anuncia los cambios de turno, y todos aquellos que conformaban el paisaje sonoro de nuestro centro estudiantil.

Así nació un grupo de “chiflados por la radio”, que hoy asumen la dirección de noticieros y programas en sus provincias, de otros que forman parte de las redacciones tradicionales y digitales de nuestras emisoras y lanzan al éter su voz para reflejar la realidad del entorno de las comunidades donde viven, e incluso, algunos toman decisiones sobre el futuro y permanencia del medio en el país.

Este ha sido el mayor legado y el aporte del inquieto grupo de radialistas empíricos que nunca dejamos morir la semilla del amor por la radio, que creció un día en la universidad, y hoy se fortalece en muchas estaciones radiales del país.

Todos estos recuerdos apuntan a que los festivales son una apuesta en común para compartir ideas entre las diferentes radios bases, una herramienta que bien puede contribuir al desarrollo de este medio de comunicación en Cuba, tanto a la hora del nacimiento de una nueva radio, como en su mantenimiento a lo largo de los años.

Además, aquellos encuentros entre universitarios, sirvieron para que nos conociéramos un poco y poder establecer contactos de cara a futuros intercambios de trabajo. Habría que repensar entonces, hoy, cómo inducir sus programaciones en apoyo a la cultura, a la orientación, a la enseñanza y a la difusión de la investigación científica y humanística que se genera en el entorno de los centros superiores del país.

En aquel pequeño local, donde creíamos poder cambiar el mundo, descubrí que la sintonía vuela en el espacio, se empata y  permanece como un eco intermitente que desde el pasado se repite con fuerza. Sonidos y palabras dialogando, provocando, abriendo universos de conocimientos al que escucha. Esa es la radio. ¿Su razón? Llegar a todos, quedar en el aire, llenar cada minuto de esparcimiento que tiene el oyente.

Por eso, el movimiento de radialistas no escatima esfuerzos por mantener vivo el sueño de las emisoras universitarias, contentos de haber quedado atrapados por siempre, en las redes mágicas de la radio.

 

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